_
_
_
_
FÚTBOL | La crisis española en la Liga de Campeones

Incidentes entre los hinchas y Ronaldo

Diego Torres

"¡Peseteros! ¡A picar piedras os ponía yo!". Así gritaba la señora, de unos 50 años, pasajera del Airbus que trajo al Madrid de Turín el jueves de madrugada. Eran las 2.00 pero la mujer, fuera de sí, no se arredró y la empeñó a gritos con los futbolistas que se tendían abatidos en los asientos de la clase business. Encerrado con su directiva en la punta del avión, en la primera clase, Florentino Pérez digería con dificultad el caldo del fracaso y el insulto mezclados en una misma velada.

Momentos antes de subir al avión, el presidente madridista había pasado por el embudo del detector de metales del aeropuerto de Turín, donde cientos de seguidores se apelotonaron en un estado que combinó el abatimiento, el rencor y la histeria. Algunos aficionados, al paso de los jugadores y la comitiva presidencial, lanzaron insultos y objetos. Un grupo muy numeroso entonó cánticos. Los más civiles incluyeron las siguientes consignas: "¡Jugadores peseteros!" "¡Mercenarios!" "¡Queremos jugadores que sientan el escudo!" "¡Florentino dimisión!".

En medio del fragor, el único futbolista que se revolvió para enfrentarse con la turba fue Ronaldo. El delantero brasileño, herido por los insultos de unos seguidores, replicó y se abalanzó sobre ellos. La intervención de la policía italiana evitó que los contendientes llegaran a la confrontación física. Ronaldo quedó muy afectado por el incidente pero no fue lo último que debió soportar. Ya en el avión, tuvo que escuchar los reproches de la mujer de 50 años que lo habría puesto a trabajar en una mina.

Este clima de tensión se acentuó por una causa inesperada: una huelga de controladores en la torre del aeropuerto de Marsella. El paro, de una hora y media de duración, obligó al avión del Madrid a retrasar su despegue durante dos horas. Esto hizo que los hinchas indignados conviviesen con los jugadores en pocos metros cuadrados. Los directivos se refugiaron en la primera clase y pusieron guardias de seguridad en los pasillos. Pero el jamón y la Coca-Cola, que circularon por doquier, calmaron al más exaltado.

"El vestuario estaba muy abatido", dijo ayer Butragueño a la agencia Efe. "Después de lo de ayer [por el miércoles] hemos pasado una noche mala, muy triste, porque se desplazaron muchos aficionados con la esperanza de llevarse una satisfacción. Millones de personas se llevaron una tristeza enorme; el madridismo lloró y nosotros lo lamentamos como miembros que somos de esa familia".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_