La paz social contra la paz olímpica
La huelga y las manifestaciones deterioran la imagen de París ante los inspectores del COI
El retumbar de las paredes del ayuntamiento de París cada minuto que pasa un metro de la línea 1 por debajo parece un curioso paralelismo, todo un símbolo, de lo que vive estos días la candidatura de París a los Juegos Olímpicos de 2012. Vieja firmeza en el edificio, l'Hotel de Ville, pero un cierto desasosiego por lo que se mueve continua y cíclicamente bajo sus pies. El proyecto de París es, junto a Madrid, el gran favorito para ganar la elección de la sede el 6 de julio en Singapur, pero la oleada de manifestaciones de distinto signo que empezaron el martes, y que acazarán su cénit hoy con una huelga general, no presentan una imagen idílica de la ciudad como el comité organizador desearía ante la visita de la Comisión de Evaluación del Comité Olímpico Internacional (COI). Significativamente, uno de sus miembros ya preguntó ayer mismo a los organizadores sobre la "paz social" en Francia.
La comisión tendrá hoy su principal día de visitas a los lugares de competición. El atribulado portavoz de París 2012 reconoció la pregunta y anunció la logística para hoy: "Existe un acuerdo con los sindicatos para que sus manifestaciones transcurran por el sur y el este de la ciudad, con lo que no interferirán con los recorridos de la comisión, que serán por los dos grandes núcleos de instalaciones, al norte y al oeste. Espero que todo vaya bien. Cruzaremos los dedos".
Ha sido la solución salomónica encontrada, aunque el supuesto daño de imagen ya se ha producido. Y no a ojos de la comisión, la menos importante, sino que habrá llegado el mensaje a los miembros del COI que votarán en la Sesión de julio. Y ellos han querido históricamente huir de los problemas para salvar el negocio de los Juegos, aunque respeten la legitimidad de las reivindicaciones. Las protestas se centran en el deterioro de los salarios, del empleo y en el intento del gobierno de acabar con la semana laboral de 35 horas. Las elecciones del COI, aunque se hayan equivocado incluso al final, han ido por caminos bien distintos. Han escogido candidatas con base económica suficiente, pero lo menos problemáticas política y socialmente posible. Sucedió, por ejemplo, con Sidney para 2000 cuando al olimpismo aún le daba miedo Pekín, y les salió muy mal preferir a Atlanta para 1996 en lugar de Atenas. Coca Cola e invitaciones a picnics con fino sabor americano a Lo que el viento se llevó ganaron a la candidatura griega. Pero la delicadeza de Atlanta se acabó también convirtiendo en fracaso. Los Juegos privados de Los Ángeles 84 funcionaron porque California era, y es, bien distinta a Georgia, y en Atlanta tampoco estaba un Peter Ueberroth como cerebro. Fue el ejemplo perfecto de que también grandes países no garantizan buena organización si no se implica la población.
París simplemente pasa por un ejercicio democrático, pero los miembros del COI pueden pensar que si se practica durante una visita de la Comisión de Evaluación se plantea la duda de si podría repetirse durante unos Juegos. El alcalde socialista, Bertrand Delanoë, ha subrayado, en todo caso, el "espíritu constructivo" de los sindicatos para coordinar los movimientos de los manifestantes sin perturbar a la comisión. Pero es contradictorio que coincidan las protestas con la visita en un país donde los sondeos dan un apoyo popular a los Juegos del 85% y donde hace unas semanas un sindicalista aseguraba "servicios máximos" durante los Juegos. Delanoë, visiblemente molesto, sólo añadió a última hora: "El tema de la jornada de mañana no se ha tocado con la comisión. Se le ha dicho que existía el apoyo, incluso por carta, de todos los organismos".
La ciudad, aparte de la huelga, se encuentra en pie de protestas. Desde el martes ha vivido dos manifestaciones más. Primero, la de los estudiantes, contra la llamada Ley Fillon (el ministro de Educación), favorable a la inserción de los menos favorecidos. Ayer, fue la de científicos e investigadores en busca de mejores medios.
La circulación de trenes comenzó a verse a afectada ya anoche, tras los correspondientes preavisos de huelga de cinco sindicatos. Para hoy, sólo hay garantizados la mitad de servicios en los TGV (trenes de alta velocidad) y menos aún en metro y otros trenes de cercanías.
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