El nudo, en el medio centro
Gerard y Albertini se disputan la plaza que deja vacante Márquez por lesión
Eliminado de la Copa del Rey y con ocho puntos de ventaja en la Liga, el Barcelona se juega hoy su continuidad en la Copa de Europa con una alineación rebajada por las lesiones, sobre todo por la ausencia de un medio centro natural, el punto neurálgico del equipo, el futbolista que le da equilibrio. Lesionados Motta, Edmilson y, desde el pasado sábado, Márquez, a Frank Rijkaard no le queda más remedio que decidirse entre Albertini -titular en la ida- o Gerard y, a juzgar por la declaración de intenciones del técnico, el centrocampista catalán parte con más opciones que el italiano. "El juego aéreo del rival puede condicionar nuestra alineación", precisa el entrenador del Barça; "la ausencia de Márquez es un golpe muy duro tanto para el jugador como para el equipo".
Albertini se ajusta más a la figura del medio centro que implantó Johan Cruyff y que tan bien representó Milla en el inicio y desarrolló después de forma sobresaliente Guardiola. Jugaba por entonces el Barça con un volante ofensivo y dos extremos, o futbolistas que ocupaban las dos bandas, que le dieron tanta personalidad que al dream team no se le resistió ni la Copa de Europa, conquistada precisamente en Wembley. La fórmula evolucionó posteriormente con Louis van Gaal y, finalmente, Rijkaard la corrigió hasta reconvertir al 4 en un pivote defensivo.
Nadie mejor que Edmilson representaba al jugador que Rijkaard quería para la demarcación de volante. El brasileño no sólo mezclaba con los dos centrales en las situaciones defensivas, sino que resultaba capital en los cambios de orientación en la fase ofensiva. Futbolista tan físico como técnico, cabeceaba bien, iba al choque en los balones divididos y, sobre todo, atacaba los saques del portero y habilitaba a los laterales y a los extremos. Únicamente una lesión de ligamentos quitó a Edmilson de la alineación, por mucho que se recuerde su error en el gol concedido al Niño Torres en el estadio Calderón.
Tampoco le fue mejor a Motta, sustituto de Edmilson, porque el italo-brasileño sufrió la misma lesión. Motta se perfiló como una buena solución porque a su tallo de jugador imponente añadía una buena pegada con su zurda. No le quedó más remedio al entrenador que recurrir a Márquez y el mexicano se alternó con especial acierto como medio centro o como central hasta que cayó en Pamplona. Rijkaard está obligado ahora a recurrir a Albertini o Gerard. Por lo que parece, jugará el ex valencianista, circunstancia que en cierta manera cuestiona el fichaje invernal del italiano, un futbolista de corte más ofensivo y cercano al medio centro que utilizaba en su momento Cruyff.
Titular ante el Espanyol durante la primera parte y sustituto de Márquez en el segundo tiempo ante Osasuna, a Gerard se le presenta la oportunidad de responder a la confianza del presidente, Joan Laporta, y del entrenador y de reivindicarse ante una estadística que compromete seriamente la renovación de un contrato que expira en junio próximo. A punto de cumplir los 26 años, Gerard se dio por satisfecho con su actuación en el derby porque Rijkaard le encargó que cuidara de Fredson y al descanso le felicitó por su actuación pese a que le sustituyó en un intento de dar más profundidad al equipo. Hoy se supone que, entre otras cosas, deberá tomar a Lampard, el jugador más decisivo del Chelsea.
En tanto que catalán, a Laporta le gusta Gerard por su simbolismo y capacidad de integrar a los fichajes mientras que Rijkaard aplaude su porte italiano, su calidad física, su juego aéreo y su capacidad para defender y atacar en las acciones de estrategia. Reciclado como volante defensivo, ha perdido la llegada que tenía en el Valencia y que le llevó a ser repescado por el Barcelona hace cinco temporadas a cambio de 3.600 millones de pesetas. Joan Gaspart y Lluís Bassat convinieron en su contratación, con independencia de quien ganara las elecciones, porque habían reencontrado a Gerard, el mismo jugador que en su etapa de formación deslumbraba en el Miniestadi.
Aunque en Mestalla se recuerdan aún las actuaciones de Gerard en el torneo europeo, sobre todo la eliminatoria con el Lazio, en el Camp Nou todavía no ha dejado huella. No estuvo fino precisamente ante el Juventus cuando la vieja señora eliminó en 2003 al Barça en la prórroga con un gol de Zalayeta y, a día de hoy, se le cuentan sólo cuatro goles en más de 80 partidos de Liga. Las lesiones le han torturado mucho, así como una llamada a destiempo con el teléfono móvil en Varsovia que mereció la repulsa pública del entrenador, y si ha sobrevivido a la revolución que significó en el vestuario la salida de Gaspart del palco es porque todavía se estima que es muy capaz de capitalizar un partido más que de equilibrar al equipo como solía Márquez.
Hoy puede tener su última oportunidad en un partido muy exigente y que demandará la mejor sincronización por parte azulgrana. Necesita el Barça tensarse, desplegarse, recuperar la velocidad y profundidad frente al engaño y al adorno excesivo de los últimos partidos y atacar al Chelsea por las bandas después de hacerse fuerte en el centro. Un diseño de partido del que no son ajenos los laterales -¿volverá Gio?-, ni los extremos -¿Giuly o Iniesta?- ni la segunda línea -¿cómo mezclarán Xavi, Deco y Ronaldinho?- y mucho menos la figura del medio centro. El Barcelona, en cualquier caso, desea exhibir un juego "valiente" como ayer afirmó Rijkaard, aunque se conforma con un gol del pichichi Eto'o, decisivo en 13 de los 14 partidos de la Liga en que ha marcado hasta 19 tantos.
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