La irrupción de Casado
El mediofondista madrileño aspira a una medalla en el 1.500
"De los tres españoles que disputan la final del 1.500 uno se quedará fuera del podio. Y no es Reyes Estévez, seguro", dicen en voz baja los entendidos en los pasillos del Palacio de los Deportes. "Y", añade uno, quizás sospechoso de parcialidad, "otro tampoco será Arturo Casado". El historial y la presencia premian a Estévez, el neoestajanovista en acción. Los mismos criterios castigan a Juan Carlos Higuero, el león de la Blume, tan famoso por sus golpes de genio como por sus espantás. Y la fe permanente en que siempre habrá jóvenes figuras ocultas en las esquinas hace obligatoria la cita a Casado, de 22 años, madrileño del barrio de Santa Eugenia, junto a Moratalaz, y que era más conocido por los aficionados hasta este curso por ser el atleta que hacía de liebre a su amigo Alberto García en sus récords de los 3.000 y los 5.000 metros.
En España das una patada y te sale un sillero, dice el dicho, y la irrupción, lenta, segura, de Casado parece probarlo. Mientras otras especialidades sufren la falta de cantera, la de los 1.500 metros parece inagotable. Detrás de José Luis González, José Manuel Abascal, Fermín Cacho, Andrés Díaz -desde 1999, plusmarquista europeo en pista cubierta con 3m 33,32s, José Antonio Redolat, Higuero y Estévez, llega Casado, la renovación de calidad junto al malagueño Álvaro Fernández, lesionado este invierno.
Casado es un atleta de físico imponente -1,85 metros y 75 kilos-, de peculiar zancada, permanentemente bien peinado y de un valor a prueba de cualquier desafío que se le enfrente. "En los Mundiales júniors de 2002, en Jamaica, corrió la final", recuerda José Bodoque, el masajista que le ha cuidado desde sus tiempos juveniles; "estaba rodeado de africanos muy buenos, de kenianos y etíopes de 3m 35s, y no se achantó lo más mínimo. Atacó fuerte de lejos y a falta de 200 metros iba el segundo. Acabó el sexto. Y en la final europea puede acabar también el sexto, pero nunca será un sexto anónimo. Se dejará ver, intentará hacer algo grande".
Así es el chico de Santa Eugenia, que se vio afectado por los atentados terrorista del 11-M -en la estación de Santa Eugenia, un tren de cercanías explotó y uno de sus mejores amigos quedó malherido-, que sigue viviendo con sus padres, que estudia INEF y que cuando, en el verano, tiene sesiones de mañana y tarde combina los entrenamientos en la Casa de Campo y la Blume con los de la pista de Moratalaz.
"Es un chaval muy responsable", dice Agustín Pérez Barroso, el primer entrenador que tuvo en el Moratalaz -ahora se entrena con Arturo Martín, el técnico de García-; "con una gran moral de trabajo y muy competitivo. Y muy buen compañero. Lo era cuando cadete y lo es de internacional".
Las marcas de Casado aún no son extraordinarias, aunque este invierno ha dado un gran salto de calidad igualando, con 3m 38,71s el crono que consiguió en el verano al aire libre y que es la tercera mejor marca europea del año. "Le gusta correr a ritmo fuerte, siempre en cabeza, y tiene un buen cambio, largo, fuerte, y duradero", dice Pérez Barroso; "pero en las carreras a ritmo lento también tiene un buen final. En 800 ha corrido este invierno en 1m 50s, su mejor marca también". "Cuando cambia, no duda; cambia a conciencia. Le saldrá bien o mal, pero lo intentará. No tiene nada que perder", promete Bodoque.
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