El campeón español no puede con su sombra
Manuel Martínez, incapaz de dar alcance a Olsen, se consuela con el bronce
Su brazo artillado prometía una gran faena, pero al final Manolo Martínez, el Supermán de León, se contentó con el tercer puesto en el lanzamiento de peso. Lo vaticinaba en la víspera: "Me conformo con la medalla, visto el nivel de estos Europeos el oro no es sencillo". Sus dominios menguan poco a poco, pero la medalla de bronce no supo mal a quien ayer se levantó de la cama como defensor del cetro europeo. Tampoco sorprendió el nombre de su sucesor: Joachim Olsen, apasionado de la Historia y humillante cuando anula a sus contrincantes combinando fuerza y técnica.
Muy temprano, al campeón en Múnich no le sentó bien que el danés, que este año se había conformado con 20 metros justitos, cargara su brazo hasta los 21,19 metros. La sorpresa estallaba en las manos del favorito, del campeón, del hombre al que arropaban 9.500 espectadores. Había una razón de peso: aunque su mejor marca es de 21,24 metros (Birmingham, 2001), esta temporada Manolo Martínez tan sólo había rozado los 20,51m. Joachim lanzó, expresó su alegría con un grito profundo y el abismo se abrió a los pies del español. Quizás porque hace tres años, en la gélida Viena, su enemigo español le superó con una diferencia mínima de tres centímetros. Como si buscara cobrarse una victoria tajante, le devolvió la afrenta ante su público y con 68 centímetros de diferencia.
Tanto que el disparo que le valió la medalla sólo llegó en su cuarto intento. Lo igualó en su último lanzamiento, dando a entender que sus fuerzas no daban para más. En el primero, como si calentara, hizo 20,23; los jueces consideraron nulos a los restantes. Mientras, relajado, sonrosado por el esfuerzo y la temperatura cargante del Palacio de Deportes, Olsen seguía impertérrito; todo lo que tiraba superaba la distancia de su rival castellano-leonés: 20,81, 20,76, 20,52... Sensaciones similares bullían en el abultado corpachón de Rutger Smith; salvo en su primera intentona (20,05 m por los 20,23 m de Martínez), el holandés se supo plata a la cuarta, a la vez que Martínez no veía las cosas claras. Sus 20,79 m parecían, y se confirmaron, como una barrera infranqueable. De paso establecía un nuevo nacional.
"Aunque en las rondas siguientes intentamos darle alcance, Joachim destrozó cualquier respuesta con su primer disparo", se lamentó poco después de colgarse la medalla Manolo. "He estado al 80% de mis posibilidades, pero al menos he terminado con una marca razonable", apostilló con un sabor de boca, no se sabía si dulce o amargo. No había sido capaz de superar los 21 metros, el linde que en un campeonato grande delimita el éxito del fracaso. Pese a los repetidos gritos de ánimo que profería la hinchada como en un estadio de fútbol, tanto que los altavoces rogaban, sin resultado, que reinara el silencio. Mientras, radiante, Joachim, el mismo que le dejó fuera del podio olímpico en Atenas, se jactaba de su triunfo, que al parecer pudo haber sido más demoledor. "No he sentido presión alguna porque sabía que era el favorito... aunque he tenido problemas técnicos en todos mis intentos salvo en el primero", declaró. Menos mal.
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