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Reportaje:ATLETISMO | Campeonatos de Europa en pista cubierta Madrid 2005

'Deivid' vence a David

El irlandés Gillick supera al catalán en la última recta de la final de 400 metros

Carlos Arribas

Un irlandés peleón se asomó por la calle dos. Una sombra blanca y verde. Más blanca que verde por su tez como la leche, y una mancha roja en el pelo. Una sombra enorme, gigante, David Canal, pegado a su calle uno, torció el gesto. El morro. Fue el único gesto que podía permitirse. Los únicos músculos, los de la cara, que aún tenían libertad de movimiento. Sus piernas no daban para más. Envenenadas de ácido láctico, dolor, un infierno. Y el oro, que creía seguro, esfumándose a la misma velocidad a la que la zancada del irlandés, un gigante de 21 años, se aceleraba, se agrandaba, le comía el terreno desde la calle dos. El oro, definitivamente, voló. Como se temía Canal desde hacía 25 segundos. Como lo sintió, igual de agudo que el codazo del ruso Forshev en sus costillas.

Los 400 en pista cubierta, en pista de 200 metros, tienen un punto crítico, el primer paso por meta. Es el momento en el que todos, los seis atletas, convergen hacia la calle libre, hacia la cuerda, hacia el lugar que da seguridad, que obliga a los que vienen por detrás a gastar fuerzas suplementarias, a hacer unos metros de más, para adelantar por la calle exterior. El día anterior, en semifinales, a Canal, que, como todos, huye de los codazos y del barullo que se forma cuando todos convergen en un punto, le salió la jugada limpia. Corrió en 21,50 los primeros 200 y llegó destacado al momento. Ayer también fue el primero en pasar a la cuerda, pero lo hizo desde arriba, desde la calle cuatro, y más lento, en 21,74s. Llegó el primero pero se encontró a sus espaldas a un insidioso ruso que le disputó el trofeo. Canal impuso su físico tras codazos y empujones, pero en el esfuerzo se le fueron fuerzas vitales.

Entró el primero en la última curva, la señal de que la carrera está ganada al 99%, pero entró cansado, sin fuerzas para el uno por ciento que le faltaba. Y, sin embargo, creyó que podría ser posible.

Por detrás de él, unos cuantos metros por detrás, el mismo ruso, Forshev, seguía zascandileando con atletas más grandes que él. Era la última curva, cerradísima, lanzada, y el objetivo fue en esta ocasión el irlandés Gillick, imponente de fuerza. En esta ocasión no usó sólo codos y brazos, también tiró de piernas, de intento de zancadilla. Salió rebotado y el irlandés lanzado hacia el oro.

El oro lo tenía ahí Canal, a menos de 20 metros. Su primer oro continental. La medalla que debía refrendar su calidad, que le permitiría, a los 26 años cumplir, por fin, todas las expectativas que había levantado desde quinceañero. Una deuda ya había saldado hacía unas semanas al convertirse en el primer español de la historia que bajaba de 46s en pista cubierta. Le faltaba un título. Ya había sido plata hacía cinco años en el Europeo en pista cubierta de Gante. Y al aire libre en Múnich en 2002. Y llegaba como el mejor europeo del año, el único que había bajado de 46s. Pero el destino, transfigurado en un irlandés de leche y pelirrojo, pero duro e inasequible, -como dicen las películas y los mitos que son los irlandeses, como comprobó unos minutos más tarde en sus carnes Reyes Estévez- mezclado con un ruso bajito y bronco, se lo negó. Para una vez que Canal había huido del conformismo, para una vez que había colocado sus ambiciones a la altura de sus posibilidades.

David Gillick (a la izquierda) se impone a David Canal.
David Gillick (a la izquierda) se impone a David Canal.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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