El fin de las capitanías compartidas
"No nos apalancamos", advierte el G-2, que seguirá hasta la eliminatoria por la pemanencia en el grupo mundial, pero ya sin futuro con Muñoz
No era el final deseado por nadie. Pero la derrota que sufrió España ante Eslovaquia -los dos últimos puntos, intrascendentes, se jugarán hoy- puede suponer el final no sólo del G-2, sino también de las capitanías compartidas en el equipo español. Lo que comenzó en 2000 como un invento controvertido de Agustí Pujol, entonces presidente de la federación española, no tiene visos de futuro. Pedro Muñoz, el nuevo presidente, ya ha comentado públicamente que es partidario de un único capitán y de que el responsable del equipo no sea entrenador de ninguno de los tenistas de la élite.
Así que el G-2, o sea Jordi Arrese y Juan Bautista Avendaño, seguirán hasta la disputa de la permanencia en la categoría, en septiembre, pero será muy difícil que después se les ofrezca la renovación. "No pienso en ello", dijo Arrese cuando se le preguntó sobre su continuidad al frente del conjunto; "lo que nos preocupa ahora es hacer un buen seguimiento de los jugadores y prepararnos para afrontar una eliminatoria de mantenimiento en el grupo mundial que no será fácil. No estamos aquí para juzgar a nadie. No nos apalancamos en el puesto para nada. Y estamos contentos de lo que hemos hecho".
"Lo que nos preocupa es el seguimiento de los jugadores. No estamos aquí para juzgar a nadie"
Las capitanías compartidas comenzaron cuando Carlos Moyà, Àlex Corretja y Albert Costa plantearon a Pujol la necesidad de que el cargo recayera en sus entrenadores, los que mejor les conocían a ellos y a sus posibles rivales. El presidente aceptó la idea y surgió el G-4, con Javier Duarte, Josep Perlas, Avendaño y Jordi Vilaró. Aquel año todas las eliminatorias se jugaron en casa. Pero, por encima de eso, el equipo vivió en una especie de conjura permanente que permitió a los capitanes actuar con libertad. El resultado fue la primera Davis para España.
Luego, en 2001, Duarte y Vilaró decidieron dejarlo y a Avendaño y Perlas se les unió Arrese en el G-3. Muchas cosas habían cambiado y Perlas era el único que entrenaba a un jugador del equipo. Pero el espíritu permaneció.
Este año, con la llegada de Muñoz, se cuestionó la continuidad de Perlas por entrenar a Guillermo Coria, el mejor argentino. A Perlas no se le renovó, pero Arrese y Avendaño decidieron seguir. Ahora se duda del sistema que permitió a España ganar dos Ensaladeras y disputar tres finales en cinco años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.