La asombrosa Nastia
La estadounidense, hija del campeón olímpico Valeri Liukin y de sólo 15 años, causagran sensación en su debut absoluto
Nunca una gimnasta júnior había creado tanta expectación. Nastia Liukin ha sido portada de las mejores revistas especializas y compartido un anuncio de Adidas con la gran Nadia Comaneci antes de cumplir los 15 años. Los telespectadores de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 pudieron verla volar en las paralelas al tiempo que lo hacía la gimnasta más famosa de la historia y cómo ésta parecía entregarle el testigo. El montaje era espectacular y provocó una pregunta lógica: ¿quién es esa chica?
La respuesta la conocen de sobra en Estados Unidos. Nastia, diminutivo de Anastasia, lleva tres temporadas en el equipo más competitivo y ha arrasado en sus dos últimos campeonatos nacionales en la categoría júnior (menos de 16 años, la edad que exigen las grandes citas internacionales). Es campeona absoluta y en tres de los cuatro aparatos -paralelas, su favorito, barra y suelo- de 2003 y 2004.
Para el resto del planeta gimnástico podía ser poco conocida, aunque ganó los Juegos Panamericanos en 2003. No así su apellido. Su padre, Valeri Liukin, fue el primer hombre que hizo un triple mortal en suelo. Campeón olímpico absoluto, por equipos y en barra fija en Seúl 88 con la antigua Unión Soviética, de su unión con Anna Kotchneva, integrante del equipo de rítmica, nacería un año después, en Moscú, su única hija.
Valeri y Anna emigraron en 1991 a Estados Unidos, donde la gimnasia es un negocio, y se instalaron en Plano (Texas), a 30 kilómetros de Dallas. Allí han construido un imperio, WOGA, en el que trabajan 15 entrenadores, la mayoría de origen ruso, y del que ha salido la actual campeona olímpica, Carly Patterson.
Esos orígenes hacen de Nastia una gimnasta diferente a la típica made in USA. No tiene las piernas como columnas de Mary Lou Retton, ni su falta de técnica, ni su sonrisa artificial... Parece una fragil muñequita -mide 1,52 metros-, de piel blanquísima y tan rubia que, a veces, parece calva.
Su gimnasia también marca diferencias. "Es increíble y, sin duda, tiene potencial para ser una de las mejores: grandes dificultades, una buena imagen, y cuida hasta el último detalle técnico y de apariencia", afirma Chris Korotky, periodista de Inside Gymnastics.
En lo demás se parece a sus rivales. Se entrena 36 horas a la semana, su sueño es llegar a los Juegos y siente admiración por su preparador, su padre. Tampoco se ha librado de las lesiones. El año pasado se dolió de la espalda y estuvo unos meses parada. Lo suficiente para llegar mermada a su debut internacional, el fin de semana pasado, en la prestigiosa American Cup, que puntúa para la Copa del Mundo. Reconoció que estaba "al 80%". Tal vez por eso sólo participó en paralelas y barra, los aparatos más técnicos.
El primer día se puso al frente de ambas pruebas, por delante de veteranas medallistas, como su compatriota Chellsie Memmel, la británica Elizabeth Tweddle o la china Nan Zhang. En las finales del sábado, en las que Tania Gener y Manuel Carballo fueron bronce en paralelas y Patricia Moreno oro en suelo, se desinfló. Perdió las bandas en paralelas y se quedó sin medalla, pero logró el oro en barra, compartido con Zhang. No es un mal resultado para un año que terminará, en noviembre, con los Mundiales. Ahí deberá demostrar que es la sucesora de Comaneci.
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