La popularidad de Fischer decae por el escándalo de los visados

La estrella del ministro de Exteriores de Alemania, el verde Joschka Fischer, ha empezado a caer en la cotización demoscópica como consecuencia del escándalo de la política de visados en consulados alemanes del este de Europa. Un decreto de Exteriores de marzo de 2000 con la firma de Fischer abrió las puertas de Alemania y de los países del acuerdo de Schengen a turistas y también a toda clase de tráfico de carne humana.

El ministro repitió ayer que está dispuesto a declarar sobre el caso. No obstante, la mayoría de diputados de la coalición de Gobierno, socialdemócratas (SPD) y verdes, rechazó por segunda vez en la comisión parlamentaria que investiga el escándalo de los visados una petición de la oposición -democristianos (CDU/CSU) y liberales (FDP)- para que Fischer comparezca de inmediato.

Durante cuatro años, Fischer encabezó la clasificación de políticos más populares de Alemania que realiza el llamado Barómetro Político con sondeos de opinión. Un periódico de Leipzig anunció ayer que en el próximo sondeo que se publicará el fin de semana Fischer ha dejado de ocupar el puesto de líder y su popularidad decae de forma considerable.

El escándalo produce un goteo que no cesa de informaciones acusatorias, y tal vez acaben implicados el Ministerio federal del Interior y hasta el propio canciller, Gerhard Schröder. Ayer, en la comisión parlamentaria dos policías declararon haber informado en 2000 a sus superiores de los riesgos de la política de visados. Al mismo tiempo, investigaciones periodísticas sacan a relucir las repercusiones de las medidas en la concesión de visados: desde entrada de presuntos terroristas hasta de menores de Bulgaria para abastecer una red de pederastas en Berlín.