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Reportaje:

Del reconocimiento a la desidia

Almoines alerta del deterioro de la fábrica de seda Lombard, incluida en el catálogo nacional de bienes históricos industriales

En el año 2002, la comisión de Patrimonio de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, del Ministerio de Cultura, incluyó la antigua fábrica de seda Lombard de Almoines (La Safor) en el Plan Nacional de Patrimonio Cultural para la recuperación de infraestructuras históricas industriales. Un total de 49 edificios, cuatro de ellos de la Comunidad Valenciana (El Molinar de Alcoi, la antigua Estación de El Grao y la Fábrica de Tabacos de Valencia, y la Fábrica de Hilaturas de Seda de Almoines), fueron inscritos en este catálogo. El documento no sólo reconocía el valor de estos bienes industriales, sino que garantizaba su protección. Para ello, el ministerio anunció que impulsaría la redacción de estudios para su recuperación y posible proyección cultural y social. Además, establecía la necesidad de que los edificios fueran considerados "bienes de interés cultural". Una declaración que corresponde a los gobiernos autonómicos.

El reconocimiento de la importancia histórica y patrimonial de la antigua fábrica Lombard, de mediados del siglo XIX, contrasta con la actual situación de deterioro. El pasado 9 de febrero, las lluvias caídas en la zona provocaron desprendimientos en parte de la cornisa, y evidenciaron la necesidad de una actuación de emergencia para la consolidación del edificio. El Ayuntamiento de Almoines ha dado la voz de alarma ante el peligro de que las antiguas instalaciones fabriles, emblema y referente histórico de la localidad, caminen hacia el estado ruinoso. El teniente alcalde de Almoines, Vicent Ribes, atribuye esta situación a la desidia de la Generalitat Valenciana, que "mantiene paralizada desde hace dos años la declaración de la fábrica como Bien de Interés Cultural (BIC)". Esta consideración permitiría solicitar subvenciones al ministerio, y realizar "un plan de emergencia" que evite el avance de su degradación.

Fuentes de la Dirección General de Patrimonio, dependiente de la Consejería de Cultura, han anunciado que esta misma semana un equipo de técnicos visitará la fábrica para conocer los daños del edificio, y estudiar el inicio de obras de urgencia. Respecto a la situación del expediente de declaración de la antigua fábrica como BIC, las mismas fuentes aseguran que el documento "sigue su proceso normal", pero no avanzan plazos. Ribes también recrimina al ministerio, ya que considera que el reconocimiento del valor histórico del edificio "debía haber tenido en cuenta la situación jurídica del inmueble, y establecer fases de catalogación". Cuestiona además que no se tuviera en cuenta al Ayuntamiento en el proceso.

La fábrica de hilaturas de seda Lombard es un referente de la historia de Almoines y de las localidades de su entorno. En periodos de auge llegó a emplear a más de 600 personas. "Las sirenas marcaban no sólo los turnos de trabajo sino también la vida de Almoines", recuerda Ribes. La escasez de capullo de seda, el fin del cultivo industrial y la competencia de oriente abocaron la fábrica a una crisis irreversible a partir de 1976. Después de su venta a varias empresas e intentos de reconversión, en 1993 cerró las puertas tras un expediente de embargo, sin solventar el futuro y cobro de indemnizaciones de una parte de los empleados. Como compensación, en 1999, un grupo de 25 de estos empleados se quedaron con parte de la fábrica. En 2001, el Ayuntamiento adquirió 800 metros cuadrados del antiguo recinto, que incluyó en el catálogo de bienes protegidos municipales. El Consistorio ha realizado, además, un estudio para la compra del total de las actuales instalaciones. En la adquisición "deberían intervenir varias administraciones", dice Ribes en referencia al ministerio y a la Generalitat. El Consistorio planea que la fábrica cubra "el déficit de espacios para la oferta de actividades sociales y culturales en el municipio", y proyecta en sus instalaciones desde un auditorio, a un museo sobre "la seda", una biblioteca, un centro cívico, o incluso su uso como oficinas municipales. No descarta para ello, "como último recurso", la vía de la expropiación.

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