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La inmigración repunta en Ceuta pese a que la valla mide ya 6 metros

El Gobierno de la ciudad reclama a Interior que traslade a los 'sin papeles' a la Península

La valla que separa Ceuta de Marruecos ha crecido ya hasta los seis metros (antes tenía 3,10) en casi toda su longitud, pero no ha sido capaz de frenar las ansias de los inmigrantes sin papeles que esperan una vida mejor desde el otro lado de la frontera. Llegan a la ciudad autónoma más extranjeros sin documentación que hace seis meses, de modo que el centro de acogida vuelve a estar saturado. Y además los subsaharianos llegan en condiciones aún peores, ya que al saltar la empalizada se producen fracturas, magulladuras y contusiones.

Algunas noches, la Guardia Civil que custodia el perímetro fronterizo registra hasta 100 intentos fallidos de entrada. Así ocurrió el pasado jueves, cuando los agentes lograron interceptar a unos quince, la mayoría con heridas y fracturas.

Lo cierto es que la propia Delegación del Gobierno reconoce que el número de inmigrantes que han entrado de manera clandestina en Ceuta ha subido espectacularmente. Durante los primeros 15 días de febrero fueron 242. Las organizaciones religiosas que los atienden creen que la cifra se acerca más a los 400. El comedor social de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca en Ceuta ha duplicado en unas tres semanas el número de raciones que ofrece a diario a los inmigrantes. Se ha pasado de distribuir 160 comidas a más de cuatrocientos.

De hecho, unos trescientos pernoctan en la escuela de San Antonio, propiedad del obispado, y los recién llegados, unos cincuenta, duermen en el suelo del comedor social de la Cruz Blanca con colchonetas y mantas. Como casi siempre, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que dispone de 400 plazas, roza el cien por cien de ocupación. La Diócesis de Cádiz y Ceuta se planteaba hace poco el cierre definitivo de esa vieja escuela -utilizada desde hace año y medio para albergar subsaharianos- para construir una parroquia.

Estos datos dan idea del repunte de la inmigración en la ciudad autónoma, donde la Delegación del Gobierno ha cifrado en 730 el número de inmigrantes sin papeles, en su mayoría subsaharianos, que tiene controlados.

Este aumento de la presión migratoria sobre Ceuta coincide en el tiempo con la entrada en vigor del nuevo Reglamento de Extranjería y aunque no todos relacionan ambos hechos, el Partido Popular ha solicitado a los ministerios de Interior y de Trabajo que busquen cómo trasladar de la ciudad a la Península a los que están en el CETI.

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Así lo decidió el pasado viernes el presidente ceutí, Juan Vivas (PP), quien considera que "es una realidad" la eventual relación entre el proceso de normalización de inmigrantes con contrato y el crecimiento del número de irregulares en Ceuta. Vivas afirma se está generando "alarma" entre la población. "Somos un lugar de paso y tenemos la capacidad que tenemos. Podemos asimilar en tránsito un número determinado de inmigrantes, pero no más de los que puede acoger el CETI", explica el presidente ceutí.

Para el delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto, la protesta del Ejecutivo autónomo tiene más que ver con las siglas que con la presión migratoria. "Hemos estado revisando declaraciones del Gobierno local en otros momentos y me sorprende porque hoy hay la mitad de inmigrantes que en 2004 [entonces había 1.163 y todavía gobernaba el PP] y una tercera parte que en 2003 y nunca antes se había realizado una petición institucional al Estado", matizó ayer Nieto, para quien el repunte migratorio en Ceuta "nada tiene que ver" con el nuevo Reglamento de Extranjería, "entre otras cosas porque de momento en la ciudad no se ha regularizado a nadie".

La Delegación apunta hacia las organizaciones que desde Marruecos alientan a los inmigrantes para que crucen la verja de Ceuta. "Les mienten cruelmente", subrayaba esta semana la secretaria general del PSOE ceutí, Toñi Palomo.

Inmigrantes indocumentados a la espera de ser atendidos en el comedor social de la Cruz Blanca.
Inmigrantes indocumentados a la espera de ser atendidos en el comedor social de la Cruz Blanca.JOAQUÍN SÁNCHEZ

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