La chica con un sí en la frente
La noticia. Acaba de estrenar Amor idiota, de Ventura Pons, en la que ha de desnudarse e interpretar explícitas escenas de sexo. Esa exposición de su cuerpo no le intimida por lo que supone de exhibición pública, sino por lo que inhibe íntimamente. Es una actriz de vocación y de herencia: sus padres, que la tuvieron el 13 de junio de 1969, son Fernando Guillén y Gemma Cuervo, y de ellos habla con devoción. Por lo que dice, en la casa donde se crió se vivía un aire de exigencia, creatividad y orden, y ella se ha impuesto la vida como un camino de rigor casi espartano. A la conversación, que se celebró entre los ruidos vespertinos de la pecera del Círculo de Bellas Artes, llega aún con los sonidos de un ajetreo propio de alguien que no sólo actúa, sino que además produce y dirige, en el cine y en la televisión. Pero, muy pronto, Cayetana Guillén Cuervo muestra una serenidad que luego se convierte en melancolía: al recordar lo que le sucedió hace un año, cuando un rumor sobre una inexistente relación suya con el anterior presidente la obligó a difundir un desmentido; hasta hace muy poco eso le dolió tanto que le quitó de la frente ese sí que siempre lleva.
El otro. "La verdad es que siempre me pongo en el lugar del otro; eso es cojonudo para relativizar cualquier problema. Soy extrovertida, me gusta la gente, pero no me da miedo la soledad. Perfeccionista, no soporto que haya un margen de error. Soy vulnerable a la opinión ajena, al desamor, pero no sólo en lo que respecta a la relación de pareja... De una opinión negativa me recupero hablando con los amigos, escuchando que me dicen que me quieren por lo que otros no me aceptan... Mis padres son muy terapéuticos para eso, son mi punto de referencia. Me han enseñado a parar, a aprender de lo que sucede...".
En brazos del padre. "Fue en 1997, en La herida luminosa. Hacía con mi padre el papel de su hija... Moría en sus brazos. Fue muy fuerte... Me daba mucho pudor ver esos ojos tan expresivos de mi padre... Es un hombre muy orgulloso de sus hijos, así que les gusta verlos acertar... Estábamos rodando en el hotel Reconquista de Oviedo, el equipo estaba mudo, se cortaba el silencio, se hicieron dos tomas, y nos quedamos sin respiración... En escenas así tú tienes que estar entre la realidad y la ficción, porque si no, la gente no llega, tú mismo no te lo crees... Y fue tan intenso, tan duro, que al final nos quedamos como vacíos... Y nos fuimos a desayunar, habíamos rodado de noche; él tomó té, y yo también, eso del té es genético... Y estábamos en silencio, como si aquella escena fuera un sueño; me quedé tan impresionada que le escribí a mi hermana contándoselo... Una experiencia catártica, revulsiva, extraña... Con mi madre hice un Rudens, de Plauto, en Mérida... No era un buen espectáculo, yo era muy joven... Los dos son muy exigentes: en mi casa no se permitía una frivolidad; ahora me estoy zafando, quiero tomarme las cosas menos en serio".
Amor idiota. "Había que quedarse en pelotas por dentro y por fuera... Te sientes muy sola entre tanta gente... Si la película funcionaba valía la pena, pero una tía cae antes que un tío en esos precipicios... Y he recibido más piropos que nunca... En la vida de otra, me ha permitido saltar unos límites que mi sentido del pudor no me ha permitido cruzar... No es pudor físico: nunca me importó el desnudo, sobre todo ahora, cuando no le tengo que dar explicaciones a nadie".
El incidente. "Ese rumor
[la relación supuesta con el anterior presidente] me dolió: qué imán atrajo hacia mí una putada tan mayúscula... Me ha hecho ser más precavida frente a cierto tipo de prensa. ¡Yo, que siempre he ido con un sí en la frente, y ahora he de andar también con un no!".
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