De parques comerciales a centros de ocio
Miles de clientes concentran su tiempo libre diurno y nocturno en las grandes superficies
Cualquiera puede recordar los primeros centros comerciales: pesados armazones de cemento que mostraban una densa lava de productos ofreciéndose al cliente en una disposición tan apabullante como agobiante. Impresionaban, y hasta fascinaban, por la novedosa agresividad de su propuesta, erigida en un culto al consumo revestido de posmodernidad. Paséate, compra algo, y lárgate de aquí, con el recuerdo grandioso de lo que has visto para volver muy pronto, parecían escupir a la cara del consumidor.
"El concepto de mall americano es el de una construcción descomunal con inacabables pasillos temáticos, especializados en uno u otro producto, y la gente de aquí preferimos algo más acogedor", explica Antonio Martí hijo, uno de los promotores de MN4, el último centro comercial que se ha establecido en Valencia. Este espacio inauguró una parte importante de sus instalaciones a finales de 2004, en la dispersa y enorme zona comercial de Sedaví-Alfafar, y en próximas semanas ofrecerá el total de su estructura: el 4 de marzo inaugura 16 salas de cine de última generación, y, al poco, unas boleras que, como los cines, abrirán hasta la madrugada. "Las boleras darán vida al centro toda la semana", explica Antonio Martí padre, presidente del grupo promotor, ya que "existen cursos y competiciones para colegios, empresas". "La noche de fin de semana, la bolera tendrá la música más alta, y una esfera colgante de discoteca iluminará la estancia", añade su hijo. Todo se dispondrá para que día y noche, ambiente familiar y ambiente lúdico, transiten de manera espectacular pero controlada.
MN4 se ha promovido a partir de capital valenciano, cosa pionera en este tipo de negocios; Antonio Martí hijo no define MN4 como una gran superficie, sino como "una ciudad comercial abierta". De hecho, nada tiene que ver esta construcción -42.500 metros cuadrados- con aquellos primeros monumentos de piedra: juega con el agua, la luz natural, con colores vivos, y reinterpreta el concepto tradicional de plaza de mercado. Se ha construido, según los promotores, para transmitir el consumo como opción, no como obligación.
El modelo evolutivo funciona: el informe anual de la distribución comercial en la Comunidad Valenciana refleja que, en 2003, había 46 centros comerciales y que sólo en ese año se abrieron siete. Al año siguiente, en 2004, los grandes espacios del consumo vendieron producto por valor de 3.300 millones de euros, un 9% más respecto a la facturación del año anterior. MN4 prevé 8 millones de visitantes sólo durante el primer año. La Comunidad Valenciana concentra el 11,7% de grandes superficies de todo el Estado, y en ellas, hoy se lleva la mezcla de oferta, adecuada a cada momento del fin de semana, a cada estado de ánimo del usuario. Como ejemplo preponderante, la anárquica zona de Alfafar, tan grande en su variedad y convocatoria que ve colapsados sus accesos cada sábado, el día libre por excelencia, cuando incluso por la mañana hay gente dándole al cuerpo en Distrito, un gimnasio de alta tecnología, que lejos del rollo-macho de otros establecimientos, apuesta por una mixtura de relax mental y atención al físico. Después del almuerzo en su propia cafetería, el paseo de muchas clientas por nuevas tiendas de muebles de último diseño o de inspiración colonial-zen es habitual. Si bien este inmenso espacio concentraba antes su oferta de restauración en hamburgueserías, ahora hasta ofrece franquicias de restaurantes con menú vegetal: la compra pura, dura, barata, de alimentación y tresillos en serie, se conjuga con un shopping de apariencia más fina, más suave.
Por la tarde, cuando la zona bulle, esta conjunción sigue. Cobra fuerza Media Markt, un almacen internacional de electrodomésticos y tecnología que, en fin de semana, concentra mucho público en la planta baja, donde están los altavoces y reproductores de CD para coche: allí, chavales con oro al cuello y llaves en mano del automóvil tuneado admiran la potencia de los aparatos mientras las novias suelen admirar cualquier otra cosa. Luego, pueden diluirse en la diversidad de la clientela del vecino MN4. "Yo he venido a ver si encuentro pendientes como los de Beckham", indica un joven aspirante a metrosexual de Benetússer que ha rondado por diversas joyerías del centro. Paco, un jubilado de Castellón que ha acudido adrede a esta zona comercial con hijos y nieta, la compara toda ella con el impacto que le provocó "la Ciudad de las Ciencias". Un grupo de chicas de 20 años de Almussafes, vestidas al estilo fashion asequible de Bershka y H&M, dos de las muchas tiendas de ropa del centro, indican que ellas aún no han utilizado este espacio "para ligar o conocer gente", aunque reconocen que hay quien lo hace. "Mira los que vienen de Valencia, esos van muy arreglados, y eso es para que los miren y quieran conocerlos".
"No es verdad, al menos hoy no", indican otras dos muchachas que responden estrictamente a esa descripción. La verdad, no les falta detalle, desde el piercing a las botas altas que recuerdan el estilo erótico-agresivo de la publicidad de Gucci. "Vamos arregladas porque nos quedamos a cenar, y luego, de fiesta". Acabarán en Guru, una discoteca-espectáculo ubicada en Heron City, gran centro comercial de Paterna dedicado sólo al ocio. Y al día siguiente, con toda la hostelería de MN4 abiera, "igual volvemos aquí a pasear, a merendar, a que pase la tarde".
El nuevo estilo
El escritor y periodista Vicente Verdú, en su libro El estilo del mundo, constata el cambio que proponen los espacios comerciales más actuales. Verdú recuerda que, si bien el antiguo capitalismo ofrecía una imagen de dominio, el capitalismo actual es "más seductor que imperativo", un capitalismo que aspira a gustar, a formar parte del tiempo libre, a ser "como un ambiente". Así se explica que la mayoría de las personas -hasta un 60% en España, un 80% entre los jóvenes- entiendan el hecho de salir de tiendas como la mejor opción posible de ocio. Sobre todo en estas estructuras metafóricas -todas con aparcamiento gratuito: clave en la nueva comodidad del consumo- de las aspiraciones de cada individuo. Según Verdú, hoy en día, "cada uno corre disgregado, en busca de su progreso particular. Antes creíamos que nos salvábamos todos o nos hundíamos abrazados. Ahora cada cual sabe nadar". Por eso "cada cual" personaliza su fin de semana en centros que le proporcionan no sólo la realidad, sino la suficiente estimulación y fantasía para disfrutar de la posibilidad del consumo, lo que mayoritariamente se considera hoy la recompensa al esfuerzo del trabajo. Por eso también, muchos consumidores prolongan esta opción más allá del sábado. Lo hacen y lo harán cada domingo y festivo que se abran los almacenes, en fechas que el próximo día 23 fijará el Observatorio del Comercio. "Los que vienen más bien miran y pululan, eso de que compran a tope en domingo yo no lo tengo constantado", explica la dependienta de otro espacio comercial. "Pero igual con eso ya se lo pasa bien la gente".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.