De Lavapiés
Imagino que la situación que me dispongo a describir será común a muchas estaciones de Madrid, pero hablaré de la estación de metro de Lavapiés porque es la que utilizo diariamente, y porque su situación contrasta con el falso lavado de cara que está sufriendo mi famoso barrio, y del cual la próxima inauguración del flamante y vanguardista teatro Olimpia es el mejor ejemplo. Entrar en dicha estación es sinónimo de sortear todo tipo de desperdicios e inmundicias acumuladas en las escaleras de acceso y en el propio vestíbulo. Imagino que los responsables de Metro consideran que siendo habitantes de un barrio tan sucio, así como poblado de inmigrantes y jóvenes bohemios, no nos importará, e incluso nos gustará, seguir rodeados de mierda dentro del metro. También deben considerar los editores de la prensa gratuita -20 Minutos, Metro Directo, el recién llegado Qué!...- que los usuarios de la estación no somos público objetivo de sus anunciantes y que no vale la pena la difusión con un perfil de consumidor tan bajo, pues tengamos en cuenta que además somos pobres.
Volviendo al metro, me cuesta recordar el remoto día en que los tres torniquetes de entrada funcionaron a la vez. Total para qué, con uno nos podemos apañar, porque lo mismo nos da esperar para meter el billete que en el andén para subir al tren. En hora punta, un día cualquiera como hoy, los peculiares habitantes de Lavapiés usuarios de la estación hemos dejado pasar tres, cuatro, hasta cinco trenes, antes de poder subir a uno y así gozar del hacinamiento digno de las caravanas de la muerte de Auschwitz al que nos invita Metro de Madrid todas las mañanas de lunes a viernes (y al que curiosamente no invitaron a los príncipes de Asturias ni a los miembros del COI en sus respectivas visitas, con lo cálido que hubiera resultado).
No obstante, y dando muestra de nuestra entereza y ciudadanía, soportamos el año pasado el cierre de la estación durante meses para unas supuestas obras encaminadas a la mejora de la estación (¿?), y este año hemos soportado el abusivo y desmedido aumento de tarifas para tener más de lo mismo.
O peor.
Eso sí, muy acertado el eslogan de la candidatura olímpica, porque día a día estamos demostrando que los ciudadanos estamos preparados para aguantar con resignación un servicio cada día más caro como ineficiente, en el que el aumento de la cantidad (número de estaciones, kilómetros de túnel...) ha ido claramente en detrimento de la calidad.
Esperando ver un día cualquiera en el metro de Lavapiés, a las 8.30, a algún miembro del COI, les saluda atentamente.
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