_
_
_
_
_

Alzamora narra la construcción de la identidad a través del combate, el amor y la cultura

El escritor publica 'La pell i la princesa', con la que ha ganado el Premio Josep Pla 2005

Como de "una exaltación de la vida". Así habla Sebastià Alzamora (Llucmajor, 1972) de La pell i la princesa (Destino), premio Pla 2005. Es una exaltación de tipo "romántico", añade, un concepto que el autor dice que reivindica "a conciencia": "En Europa, el romanticismo representó un último intento de entender el mundo en su totalidad y supuso una revolución desde el punto de vista cultural y social que consistió en poner, por primera vez, el interior del ser humano en primer término".

"Llegar a ser un hombre es un arte". La cita de Novalis, una de las abundantes referencias que Alzamora inserta en el texto de esta novela corta, resume en buena parte el fondo sobre el que ha desarrollado su historia: "La construcción de la propia identidad es una construcción artística de la misma manera que lo es escribir un poema o una novela", afirma. Porque de eso trata el argumento, el relato de un proceso de maduración a través del "combate, el amor y la cultura". El personaje principal es Puppa, "un salvaje (...), una bestia de carga", que se convierte en un ser sofisticado a raíz de su experiencia en la Guerra de los Treinta Años, el amor que siente por una princesa y su educación por el rabino de Praga Judà Loew, a quien la leyenda atribuye la creación del Golem, símbolo de la materia inerte que cobra vida.

El marco temporal y las referencias culturales con las que Alzamora salpica el relato contienen ciertos anacronismos que el autor quiere "irónicos", aunque no prototípicamente posmodernos. Es un siglo XVII con personajes y características del XVI: "No me gusta la novela histórica al uso que reproduce un hecho hasta en el detalle más mínimo. Creo que los novelistas debemos poder manipular la historia a nuestro antojo, es decir, recrear el mundo".

Puppa inicia el relato de la peripecia de su vida cuando, ya mayor, se encuentra encuadernando un fragmento de la Odisea con piel humana extraída de la pierna de un hombre que ha sufrido un accidente en una cantera. "La encuadernación con piel humana es una tradición oculta, macabra, no muy bien vista entre los profesionales de la encuadernación, pero que existe desde antiguo".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_