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Reportaje:

La vanguardia en Tijuana

El colectivo Nortec, una agrupación de músicos y realizadores gráficos, muestra su oferta sonora

Ya habían pasado por el Sonar barcelonés y por Ibiza pero el colectivo Nortec llegó finalmente a Madrid como representante oficial de la creatividad electrónica mexicana. Tres actuaciones los días pasados, coincidiendo con el protagonismo de México en la feria Arco, dieron testimonio de la colaboración entre músicos y creadores gráficos: Panóptica, Clorofila o Fussible manipulan sus grabaciones mientras un vj (videojockey) los arropaba con imágenes.

El impacto mundial de Nortec confirma la importancia de contar con una atractiva marca registrada, una etiqueta con sustancia. Los músicos de Tijuana empezaron a difundir, a comienzo del siglo XXI, sus creaciones con un nombre que hacía referencia a su origen -la frontera norte de México- y a la naturaleza digital -techno, para el gran público- de su oferta sonora. Lo que les distinguía es que su música englobaba instrumentos y ritmos identificados con la cultura popular, procedentes de bandas sinaloenses y grupos norteños.

Pepe Mogt (Ciudad Obregón, 1969) recuerda que inicialmente sampleaban grabaciones hechas en un estudio de Tijuana por modestas agrupaciones locales: "Ahora, colaboramos con los músicos de forma más orgánica. De hecho, cuando actuamos en Tijuana se suelen subir al escenario varios instrumentistas y suena padrísimo". Mogt, que anima Fussible y otros proyectos, explica que esa audaz combinación de lo callejero con lo sofisticado no fue bien asimilada en la capital de la república, "donde no se entienden las peculiaridades de Tijuana". Pero un representante de Palm Pictures, la discográfica de Chris Blackwell, el fundador de Island Records, escuchó en el Distrito Federal un disco compacto con esos experimentos tijuanenses y fueron fichados inmediatamente.

Lo de Palm Pictures resultó ser arma de doble filo: el disco Tijuana sessions Vol. 1 se difundió globalmente y facilitó la eclosión de una escena electrónica mexicana que "tiene una larga tradición, muchos de nosotros éramos chavitos cuando empezamos a tocar, inspirados por grupos como Kraftwerk y Aviador Dro. Desdichadamente", suspira Mogt, "Blackwell decidió orientar su empresa hacia la producción de películas y DVD. Quedamos atados por un contrato y sin poder lanzar Tijuana sessions Vol. 2, que sólo sale ahora, cuatro años después, en Nacional Records, con distribución de la discográfica Warner".

En ese periodo, los nortecos nunca han parado: han continuado editando maxis y EP (discos de cuatro o cinco canciones), de forma más o menos underground, y actuando por todo el planeta. Alguno, caso de Terrestre, ha trabajado en el cine: suya es la rotunda banda sonora de Nicotina. El movimiento incluso ha inspirado un libro bilingüe de gran tamaño -con un sabroso DVD- que se llama Paso del Nortec / This is Tijuana, un empeño de la editora Deborah Holtz, distribuido en España por Index Books. Pepe Mogt cree que la alianza con diseñadores y realizadores de vídeo fue natural: "Igual que nosotros tomamos sonidos de la calle, ellos reinventaron la estética de los narcos, de los luchadores, de los locales de la avenida de la Revolución, de los burros pintados a rayas para que los turistas se hagan fotos pensando que son cebras".

Para los nortecos, músicos o no, vivir en Tijuana supone una inspiración constante: "Sabemos que es una ciudad con zonas más que feas, donde cotidianamente ocurren tragedias horribles, pero también puedes verla como un laboratorio de experimentación, donde conviven el Tercer Mundo y el american way of life. Hay mucho más que "tequila, sexo y marihuana", como cantaba Manu Chao; en cierta forma, es una ciudad de ciencia-ficción pero real".

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