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Los cambios de humor de Ursula

La suiza Ursula Andress tiene saltos de humor impredecibles. Cuando está en Roma, la ciudad en la que reside desde hace muchos años, se queja de tener una salud frágil, aunque dice no caer en la depresión. Que sufre de dolores dorsales, que se enferma de bronquitis a la que ataca con antibióticos o que las caídas en su jardín la obligan a darse piquetes de cortisona. Se queja igualmente de que nadie se ocupa de ella. Sus amigos trabajan y su único hijo, Dimitri, vive en los Estados Unidos, donde intenta ser actor. Se siente tan desmoralizada que ni siquiera tuvo el coraje de promover la última cinta, hecha bajo la dirección del también suizo Clemens Klopfestein, en la que aparece apenas dos minutos. "No quiero saber mi edad. A veces, al mirarme en el espejo por las mañanas, grito y mejor giro la cara hacia otro lado", confiesa. Sin embargo, cuando la compañera de Sean Connery en aquel legendario James Bond contra Dr. No (1962) vija a Berna a visitar a su familia, las cosas cambian. En la capital helvética, donde acaba de visitar a su madre de 95 años quien vive en un hogar para personas de la tercera edad, el buen humor le viene como naturalmente. "Como mi familia vive aquí, de un solo golpe me siento super bien porque me encuentro cerca de los míos", explica la actriz en el elegante restaurant Lorenzini, de Berna. Sus amigos, Manuel Filiberto de Saboya, príncipe de Italia; Achille Casanova, vicecanciller del Gobierno helvético, o el escultor Igor Ustinov, hijo de Peter Ustinov, reconocen que esta mujer de humores vacilantes sigue siendo un monumento a la belleza a pesar de sus 68 años.-

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