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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Garamatas

El ingenioso no se sintió peor, en ningun momento de su existencia, que cuando a su autor se le ocurrió que la enorme manada de borregos le pasara por encima.

A pesar de que pudo advertir en la lejana polvareda que al frente de ella se le acercaba el Arremangado Pentapolin alzando su desnudo brazo, Quijano no duda en hacerle frente al rey de los garamatas.

La desigualdad es manifiesta pero no retrocede y el rebaño, provisto de miles de punzantes pezuñas, le pisotean, dejando al dolorido Don Alonso para el arrastre. Vencido, pero no derrotado, a duras penas se levanta esperando otra ocurrencia de autor. Sirve de reflexión el pasaje ideado entre rejas para ironizar la figura de un mandamás de cinco pueblos y su aborregado sequito de agradecidos, al que Don Miguel pone en el papel como una burla, tal vez por algún agravio padecido.

Las paranoias del personaje surgen en el escritor. Tal vez fueran vivencias de un sufrimiento recordado en la condena de como la manada pisotea a cualquier quijote que a cuerpo gentil se le ponga por delante.

Apesadumbrado, que no perdido, el personaje llega a la misma conclusión que su creador, ambos tienen el convencimiento de que alguna culpa tiene la manada, si bien los corderos no pueden cambiar el rumbo que les marca el sonido del esquilón.

Lo de la Encarnación es otra historia, la suya es de las llamadas de condena. Si el manco hubiera tenido que sufrir las provisionales, que por aquí son perpetuas, qué joyas no hubiera dejado el príncipe de los ingenios con tanto pentapolines sueltos.

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