_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

José María Vizcaíno, un empresario que daba la cara

José María Vizcaíno era un empresario comprometido si por compromiso se entiende en Euskadi la acción pública y la defensa de la libertad cuando nadie quiso hacerlo, cuando la presión de ETA era mayor. Decía lo que a nadie le gustaba decir como si no le importara, pero no era cierto. "Quiero vivir tranquilo, preferiría perder un poco de nivel adquisitivo por hacerlo. Hay muchísimos vascos que prefieren la libertad antes que el bienestar". Las palabras del presidente del grupo de empresas Ramón Vizcaíno reflejan perfectamente el sentimiento de quien murió la noche del sábado al domingo tras una larga enfermedad.

Donostiarra, nacido en 1942, se licenció en Ingeniería Industrial en la escuela de Bilbao y realizó un master en la Universidad de Carolina (Estados Unidos) con el número uno de su promoción. Contaba con una cierta vocación política, pero política empresarial. Así, fue presidente de la patronal guipuzcoana Adegi, el primer presidente de la patronal vasca, Confebask, durante 10 años, y, aún hoy, su presidente de honor.

Nunca dejó su presencia en los medios de comunicación como voz crítica con el terrorismo de ETA y la deriva soberanista del PNV. Sus críticas las hacía igual en público que en privado. "Daba la cara", aseguraban los suyos.

Como presidente del Círculo de Empresarios Vasco, último cargo público que ostentó entre enero de 2001 y septiembre de 2003 -el primero fue probablemente el de delegado de clase en el colegio- no tuvo reparo en decir al propio lehendakari, Juan José Ibarretxe, que su plan, hoy ya rechazado por el Congreso, iba a tener un coste económico importante. "Somos cincuenta empresarios los que se lo decimos. No estaremos todos equivocados", le espetó a Ibarretxe, según su propia versión.

Entonces el Círculo apostaba por el Estatuto de Gernika como punto de encuentro de los vascos, aún hoy lo hace. No creía en los "sueños" independentistas y no pensaba que el conjunto de la sociedad vasca los apreciara.

Vizcaíno cuenta con grandes amigos y grandes enemigos, probablemente no dejaba a indiferente a nadie. Sus amigos le decían "valiente" y sus enemigos le acusaban de dedicarse a la política. En el mundo nacionalista no era precisamente uno de los personajes más queridos porque jamás ocultó sus posiciones. Probablemente es esta faceta pública como dirigente de organizaciones de patronos la que más ha caracterizado su vida. Vizcaíno no ocultó nunca su voluntad de influir en la sociedad y estaba orgulloso de haberse negado a pagar el llamado impuesto revolucionario a ETA.

La vena empresarial le tocó de familia, a través del negocio Ramón Vizcaíno, cuya sede está en Oiartzun (Guipúzcoa). Su empresa pasaba en los últimos tiempos por un momento de gracia. Nada que ver con los duros años noventa, que atravesó con la sensación de que las instituciones vascas no le apoyaron, sino más bien lo contrario. Una dura negociación con Hacienda y la Seguridad Social le permitió una quita, que, unido a un ajuste laboral, le ayudó a reflotar el negocio.

Hace apenas tres años, en una entrevista Vizcaíno advertía de que los plazos para hacer del País Vasco un lugar habitable, de ciudadanos libres, se estrechaban cada día. "Lo que pasa es que esto del soberanismo, que es una mera irrealidad, tiene un factor distorsionante: los que matan. Porque si no sería para decirles: pero no seáis chiquillos... Pero hay gente que mata, quema y persigue a sus conciudadanos. Esto es lo que está pasando, aunque les duela que lo diga. Y no puede ser que se mire al otro lado, como ocurre. Hay que terminar con que un sector importante de la población tenga la sensación de no ser ciudadano de primera. Los que llevan escolta, y los miles y miles de personas que están metidas en el miedo. Aquí no se habla porque se tiene miedo, en la sociedad vasca no se pueden plantear las opciones con tranquilidad", decía. Los últimos 18 años de su vida necesitó protección ante la amenaza de ETA.

Probablemente en los últimos días vivió con desaliento la falta de unidad y de ganas de dar la cara del propio empresariado vasco. Lamentaría que Adegi hace 20 días rectificara en un comunicado las palabras del actual presidente de Confebask, Román Knörr, asegurando que el documento empresarial aprobado hace dos años contra el plan Ibarretxe se mantenía vivo. Pese a todo, a Vizcaíno le quedaba su vida familiar y sus otras muchas aficiones, algunas también públicas, como lo fueron sus años de presidente del Orfeón Donostiarra.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_