_
_
_
_
LA COLUMNA | NACIONAL
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vivir juntos

HAY UN DETALLE en el debate sobre el plan Ibarretxe del que apenas se habla, aunque a Rajoy no se le pasara por alto en su excelente discurso: el número de diputados vascos en el Congreso español que votaron en contra, 11, fue superior al de diputados vascos que votaron a favor, 8. Lo significativo es que magnitudes aproximadas se han repetido a lo largo de los últimos años: socialistas y populares vascos envían al Congreso más diputados que nacionalistas vascos, con o sin el voto de Batasuna.

De manera que si el plan Ibarretxe se hubiera discutido en el Congreso sólo entre diputados vascos -de los que desafortunadamente sólo pudimos oír a los nacionalistas, únicos beneficiarios de la generosidad presidencial-, habría salido también rechazado. De hecho, ese plan fue aprobado en el Parlamento de Euskadi gracias, primero, al voto de un partido -Izquierda Unida en su versión vasca- que está en desacuerdo con su contenido, pero que no tiene más remedio que votar a favor si no quiere perder su plato de lentejas, y, segundo, a la obscena maniobra de un partido que, aparte de ser brazo político de una organización terrorista, también ha manifestado que está contra el plan y que lo único que en la ocasión le importaba era recuperar el protagonismo perdido tras su ilegalización. Estos dos apoyos -decisivos para que el plan siguiera adelante- se diluyen fuera de la Cámara vasca: el de Izquierda Unida porque, aunque chapotea en la nada, se resiste a cometer suicidio; el de Batasuna, porque no cuenta.

Y entonces, o bien los votos de los diputados vascos no son vascos de verdad, o bien el plan Ibarretxe ha sido rechazado por una mayoría de diputados vascos con escaño en el Parlamento español. En cualquier caso, ¿dónde está esa mayoría absoluta de la que tanto alardea el lehendakari? Pues está a trancas y barrancas en el Parlamento vasco, pero no en la sociedad vasca representada en el Congreso de los Diputados. Lo cual, sin duda, no es desconocido por los estrategas del PNV en su larga lucha por hacerse con esa ansiada mayoría que la sociedad les niega.

Se la niega desde siempre. Llevamos ya 30 años con la misma historia a cuestas: los múltiples y continuados esfuerzos por erradicar todo lo que en Euskadi no sea exclusivamente nacionalista han fracasado. Socialistas y populares han contemplado en la impotencia el asesinato de afiliados y dirigentes; han sufrido desaires y desprecios sin cuento. Y, sin embargo, ahí están, más numerosos que hace 30 años. Ni siquiera las dos últimas ofensivas han podido con ellos: declarados enemigos de la nación vasca en el pacto infame suscrito por PNV-EA con ETA en 1998 y empujados a la condición de no-nacionales en la propuesta de Ibarretxe, los votantes del PSE y del PP no renuncian a su doble condición de vascos y españoles.

Lo cual les sitúa en una tradición más arraigada en el País Vasco que la tradición nacionalista, aparecida hace poco más de un siglo: apellidos vascos diseminados por toda España; ingenieros, arquitectos, urbanistas, filósofos, cineastas, cantantes, poetas, novelistas vascos que han ejercido su profesión o su arte en todos los ámbitos de la Península; industriales, comerciantes, financieros vascos que han contribuido al desarrollo económico español convirtiendo por lo mismo a Euskadi, a comienzos del siglo XX, en principal región industrial de España. Zapatero ha llamado a esta realidad, histórica y actual, "vivir juntos", un hecho que exasperaba a Sabino Arana, que consideraba a los "maketófilos" -vascos que se trataban o emparentaban con españoles- los peores enemigos de su Euskeria racial, enclaustrada y homogénea. Pero la lista de vascos españoles es interminable y sus frutos inapreciables. De ninguna manera merecían el tributo tan terrible que han debido pagar por mantener su doble identidad.

Esa historia y ese presente es lo que por medio de una presión ejercida desde el poder pretendía liquidar el plan Ibarretxe. El poder, cuando engorda de esencias nacionalistas, dispone en las sociedades modernas de una capacidad de movilización y coerción inigualables. Es increíble que, ejerciéndolo a fondo, los nacionalistas no hayan logrado quebrar las resistencias que en su propia tierra se oponen a la ruptura de todos los vínculos que unen a sus ciudadanos con España. Pero así están las cosas antes de que presenciemos el inminente asalto de esta voluntad de liquidación, la conversión de las próximas elecciones autonómicas en un plebiscito. La movilización será incansable, las llamadas urgentes, la presión continua. Les va la vida en obtener, por los medios que sea, con las patrañas que sea, la mayoría absoluta para seguir arruinando la última oportunidad de vivir juntos.

Ibarretxe, en el Congreso de los Diputados.
Ibarretxe, en el Congreso de los Diputados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_