España sueña con el oro
La selección de Juan Carlos Pastor se enfrentará hoy a la croata por el título mundial de balonmano tras batir a la tunecina
Era un momento único y así lo vivió la selección de Juan Carlos Pastor. España se colgará por primera vez una medalla en un Campeonato del Mundo de balonmano. Había subido ya al podio en los Juegos Olímpicos y en el Campeonato de Europa. Tenía cinco metales. Pero le faltaba uno de los más preciados. Y... no falló. España se impuso a Túnez en la primera semifinal por 33-30 y se aseguró el oro o la plata ante Croacia.
Sólo restaban 30 segundos cuando Barrufet realizó la última de una larga serie de paradas espectaculares. España recuperó el balón con sus tres goles definitivos de margen. La distancia era demasiado importante para que Túnez pudiera recuperarla. Y en el banquillo Romero saltó y se abrazó a Juancho, a Lozano, a Garabaya, a Ortega, a Hombrados... Y todos cerraron el paso al técnico del milagro, Pastor. Instantes después la euforia se trasladaba ya al centro de una pista que había enmudecido. Las 12.000 voces no bastaron esta vez. Túnez lo había intentado hasta el último minuto, pero tuvo que agachar la cabeza y reconocer la superioridad de su rival. El equipo español había defendido su medalla con uñas y dientes. Y había logrado el objetivo.
TÚNEZ 30 - ESPAÑA 33
Túnez: Missaoui (Maggaiz); Hedoui, Tej (4), Hmam (9, 1 de penalti), Haj Ahmed (1), Ben Aziza (1), Megannem (3) -siete inicial-; Gharbi, Saied, Madi, Jarou (1), Seboui (4) y Bousnina (7).
España: Barrufet (Hombrados); A. Entrerríos (4), Rocas, Uríos (4), Garralda (6), Juanín (6), Rodríguez (2) -siete inicial-; Garabaya (1), Lozano, Hernández, Juancho, Romero (8, 2 de penalti) y M. Ortega (2).
Árbitros: Hansson y Olsson (Suecia).
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 5-6, 8-8, 10-11, 13-12, 16-18 (descanso), 18-20, 22-21, 25-24, 26-26, 26-30 y 30-33.
Primera semifinal del Mundial: 12.000 espectadores en el pabellón Siete de Noviembre, de Rades. España jugará hoy (17.30, La 2 y Teledeporte) la final contra Croacia, vencedora en la segunda de Francia (35-32).
España se agarró a la espalda de Garralda y Barrufet, dos supervivientes de las dos semifinales que había disputado con anterioridad. No querían repetir la experiencia que ya habían vivido en los Mundiales de Egipto, en 1999, y de Portugal, en 2003, en los que Rusia y Croacia les habían dejado fuera de la gran final. "Habría sido demasiado fuerte", reconoció Barrufet; "todos estábamos convencidos de que no podíamos fallar. Y creo que esa unión es la que nos ha permitido llegar a donde hemos llegado". Tras ellos dos, los restantes jugadores fueron encontrando su sitio, actuando con seriedad, atacando con fuerza los uno contra uno y resolviendo con cabeza los dos contra dos.
Garralda lanzó el ataque con dos goles que rompieron el hielo. Y luego fueron surgiendo Rodríguez y Romero en el centro, Entrerríos en el lateral, Juanín y Rocas en los extremos y el cubano nacionalizado Uríos, quien, con sus manos prodigiosas, no dejó escapar ninguno de los balones que recibió. El ritmo de la ofensiva no bajó ni siquiera cuando entraron los relevos: Ortega y Garabaya. Apenas hubo un momento de inquietud en la segunda parte: cuando se paso del 21-18 al 21-22.
Podía haber entrado Lozano para buscar soluciones en el ataque y reforzar la defensa. Pero Pastor siguió en sus trece. Estaba convencido de que sus planteamientos seguían siendo válidos incluso en aquellos momentos tensos y no se movió ni un ápice de sus creencias. Mantuvo la defensa mixta de Hernández sobre el lateral Hmam y sólo cuando España recuperó por completo el control del partido (27-26) cerró la defensa en 6-0 porque los lanzadores tunecinos se estaban ya desquiciando.
Entonces volvió a surgir aquella garra que hizo famosos a los conjuntos españoles. Garralda, con su rodilla renqueante, ejercía de capitán mientras que Romero, Garabaya y Entrerríos no dejaban lagunas. Los tiros de Hmam, Bousnina y Megannem se estrellaban una y otra vez en la barrera. Y cada cual comenzó a tener clara conciencia de su verdadero valor: Túnez seguía siendo aquella selección que nunca había pasado de un décimo puesto en un Mundial y España demostraba por primera vez hasta dónde puede llegar su potencial.
Hoy, en Rades, el curso de la historia del balonmano puede derivarse hacia otros derroteros. España tiene dos bronces olímpicos (Atlanta 1996 y Sidney 2000), dos platas europeas (España 1996 e Italia 1998) y un bronce europeo (Croacia 2000). Ahora tiene ya asegurada su primera medalla mundialista. Si hoy consigue ganar la final, habrá obtenido su primer oro. Un gran colofón a una aventura que Pastor comenzó hace dos meses en calidad de técnico interino, con un plazo de caducidad para mañana, lunes. Tal vez incluso eso acabe cambiando.
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