Bargalló dice en Euskadi que el tripartito catalán ha evitado la fractura social
El 'conseller en cap' hace balance de un año de Gobierno y pide el fin del terrorismo
El conseller en cap, Josep Bargalló, se ha convertido en un apóstol del tripartito en Euskadi, una nacionalidad con una tremenda fractura social. Las virtudes de ese bálsamo, auspiciado por tres partidos -y del que el País Vasco está muy necesitado, a juicio de los observadores- fueron glosadas en San Sebastián por el segundo del Gobierno catalán. La cohesión social y unas "propuestas estatutarias y constitucionales avaladas por el máximo consenso entre las fuerzas políticas" conducen, según Bargalló, a un fin satisfactorio.
"Con el nuevo Ejecutivo se incorporan a las instituciones catalanas sectores sociales hasta ahora poco representados o que, a causa del discurso del Gobierno anterior, podían sentirse poco o nada identificados con ellas, con el riesgo de fractura social que esta ausencia comporta", sostuvo Bargalló.
El pasaje en cuestión enerva a CiU, que se considera injustamente acusada de no haber fomentado la cohesión durante los 23 años que gobernó la Generalitat. Sin embargo, causa suspiros políticos en Euskadi entre socialistas y nacionalistas que -desde uno y otro lado de la trinchera política- se echan mutuamente en cara no estar a la altura de sus correligionarios catalanes.
Así, ante un público anhelante de pasar página a la actual situación vasca, y tras ser presentado por el escritor Bernardo Atxaga, el conseller en cap enfiló en el auditorio Koldo Mitxelena su discurso crítico con el pasado. ¿Qué sucedía en la Cataluña pujolista? Pues, a su juicio, que "quien pretendía transformar las cosas era estigmatizado como un enemigo de la patria y quien sostenía unos paramétros nacionales que no se correspondían con los oficiales españoles pasaba por ser un reaccionario".
El tripartito se ha convertido en una especie de síntesis de esa falsa oposición hegeliana, superadora de la dicotomía entre contenidos nacionales y sociales. "La transversalidad que se deriva de la pluralidad del Gobierno viene a romper esa falsa disyuntiva a la vez que obliga a quienes más la representaban y más se beneficiaban de ella a modificar su discurso", afirmó.
En pleno papel de apologista del Pacto del Tinell, Bargalló atribuyó a su partido, Esquerra Republicana, el mérito de haber "arrastrado" al PSC a este cambio de agenda, que a su vez ha puesto al PSOE en "la disyuntiva del inmovilismo o de encabezar una renovación".
Porque contra el pronóstico de aquellos que acusan al independentismo catalán de no pensar en España, Bargalló defendió ante su auditorio vasco a impulsar esa segunda transición del posfranquismo. En San Sebastián, donde se fraguó el pacto republicano que acabó con la monarquía en 1931, el consejero aseguró que "la sociedad catalana tiene muchas esperanzas depositadas en lo que pueda dar de sí el actual ciclo político, con un gobierno catalanista y de izquierdas en Cataluña, y un gobierno socialista en Madrid". Una constelación política inédita desde los tiempos de la Segunda República.
Violencia terrorista
Todo ese marco de anheladas reformas que deben llevar al reconocimiento de la plurinacionalidad de España "tendrán más posibilidades de llegar a buen puerto si se vislumbrara la desaparición definitiva de la violencia en un plazo próximo", a juicio del conseller en cap. La violencia terrorista se opone, dijo, "al avance de las aspiraciones legítimas de Euskadi, pero también de Cataluña, País Valenciano, Baleares, Aragón, etcétera". Y en este punto no obvió mencionar la necesidad de negociación y consenso -el "máximo consenso entre fuerzas políticas"- para cambiar el marco estatutario y constitucional. La receta, en definitiva, que practica Cataluña con su estatuto y que, en estos momentos, todavía está muy lejos de Euskadi.
Por la noche, el conseller en cap hizo entrega al centro Ernest Lluch de San Sebastián diversas publicaciones de la Generalitat sobre la realidad social y cultural de Cataluña.
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