Niños
Recuerdo que, durante el llamado caso Arny, se llegó a afirmar que no nos encontrábamos ante un supuesto de corrupción de menores. Los menores sabían demasiado para su edad. Como ya estaban corruptos, no podían corromperse. La Justicia puso un cierto orden. Dictó sentencia condenatoria. Existía delito. Algunos famosos, otros no tanto, fueron condenados. Los que nunca debieron estar sentados fueron absueltos. No hay licencia cuando se hace daño o se puede hacer daño a los menores por muy dañados que estén. La legislación no está por la labor. Hoy, aunque desde otra perspectiva, vuelve a plantearse la discusión. Una de las comparsas de Cádiz canta un cuplé en el que el hijo menor de una pareja de famosos no se sabe la leche que ha mamado, si es que la ha mamado. Además -dicen- no es que sea feo, sino peor.
Es verdad que, en esto de los carnavales, las risas van por barrios. También que políticos y famosillos del corazón son objeto de mofas. Sin embargo, vivimos en un Estado en el que su legislación ha optado por proteger a los menores. Una protección que, en más de una ocasión, exige a las víctimas del delito el sacrificio de soportar que menores -que han matado- no tengan que sufrir penas acordes con el daño que han ocasionado. Pues bien, por la misma regla de tres, tampoco puede ser tolerante con aquéllos que, amparándose en las licencias que otorgan los carnavales, se mofan y ridiculizan a niños por el simple hecho de ser hijos de famosos del corazón. Los menores, en su imagen y en su honor, están protegidos. No caben excepciones.
Por estas razones, y por muchas más -sólo hay que pensar en lo que es un niño y en su vulnerabilidad- no se entiende muy bien la tibieza de la opinión del Defensor del Pueblo Andaluz, advirtiendo que, tal como está la legislación, las agrupaciones carnavalescas deberán tener cuidado en el futuro. Menos mal que el juez de menores de Granada y el Defensor del Menor de Madrid no se han andado con tapujos y han dicho en presente -no en futuro- que composiciones como las de esta comparsa vulneran el honor y el derecho a la imagen del niño. Es normal, después de todo así lo declara la Carta Europea de los Derechos del Niño, la Constitución, la L.O. de Protección del Menor y la Ley Andaluza de Derechos del Menor. En fin, que los niños son niños.
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