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Reportaje:

Un héroe llegado de lejos

Un albañil boliviano muere abrasado en Cornellà tras salvar a cinco personas

Max Muth A. M., ciudadano boliviano, de 35 años, casado, albañil. Son pocos los datos que han trascendido de la única víctima mortal que se cobró el incendio que se declaró ayer al mediodía en el restaurante La Terraza, en Cornellà de Llobregat (Barcelona), y que arrasó totalmente el local en pocos minutos. Pero al menos hay cinco personas, cuatro cocineras y un cocinero, que le deben la vida y gratitud eterna después de que este hombre arriesgara la suya propia para salvar de las llamas uno a uno a los trabajadores que en aquel momento se encontraban en la cocina del restaurante, punto donde se originó el fuego.

Tras su gesto heroico, poco pudo hacer por salvarse él mismo de las llamas, que afectaron a todo un bloque de viviendas y que obligaron al desalojo de 25 familias. Tras salvar a las cinco personas, Max Muth A. M. volvió a atravesar la puerta del infierno por última vez para comprobar si había alguien más dentro, según relataron posteriormente testigos presenciales, pero ya nadie le vio salir.

El fallecido, de 35 años, trabajaba en la instalación de una puerta antiincendios en el local siniestrado

Paradójicamente, Max Muth estaba trabajando en el restaurante, situado en el número 180 del paseo dels Ferrocarrils Catalans, para instalar una puerta antiincendio en la cocina. Hacía unos meses que el dueño del negocio se había decidido a ampliar las instalaciones. La puerta antiincendio era una de las medidas preventivas que quedaban pendientes. Max Muth trabajaba en la puerta cuando sobre las 12.30 horas se declaró el fuego, al parecer en una sartén de la cocina. En aquellos momentos el restaurante, ubicado en pleno polígono industrial del barrio Almeda, contaba con numerosa clientela de las empresas de los alrededores. El fuego generado en la sartén se extendió rápidamente al extractor, desde donde se propagaron rápidamente las llamas por toda la cocina. En un primer momento los cinco trabajadores de la cocina intentaron sofocar el fuego con extintores, pero no pudieron controlarlas. Ante el acoso de las llamas, Max Muth no se lo pensó dos veces y comenzó a sacar al exterior uno a uno a los cocineros. Cuando volvió al interior del restaurante para comprobar si había alguien más el techo se le vino encima sin que pudiera hacer nada por refugiarse. Ya no pudo volver a salir. Su cadáver fue encontrado por los bomberos minutos más tarde.

Los trabajadores del restaurante hacían piña en el exterior abrazados mientras veían trabajar a los bomberos. Con lágrimas en los ojos no daban crédito a lo que acababa de pasar y respondían con dificultad a las preguntas que les planteaban los agentes de la policía científica sobre lo que había pasado. No podían hablar, estaban paralizados. Se veían incapaces de explicar cómo habían podido escapar de las llamas: "Él nos ayudó a salir a todos", aseguraba sin más Norma, una de las cocineras, mirando fijamente hacia la fantasmagórica entrada calcinada del restaurante como esperando ver aparecer al boliviano de un momento a otro. Pero las primeras informaciones aventuraban un trágico final para la persona que les había salvado la vida.

Fue el propio responsable del restaurante el encargado de alertar a los vecinos del bloque donde se encuentra el local del peligro del incendio. En total tuvieron que ser desalojadas 25 viviendas. Los vecinos aseguraban ayer que los bomberos tardaron cerca de media hora en acudir. Pese a que las llamas arrasaron el restaurante, la estructura del bloque no quedó afectada.

Todo había sido muy rápido, aseguraba Inés García, vecina del número 25 de la calle Ferran. "Al principio escuchaba mucho ruido y cuando he abierto la ventana de la habitación he visto una gran columna de humo". Hasta que no salió a la calle Inés no fue testigo de la magnitud del incendio. "Las llamas subían por toda la fachada, hasta el techo del bloque", aseguraba.

Aspecto de la fachada del restaurante incendiado.
Aspecto de la fachada del restaurante incendiado.MARCEL·LÍ SÀENZ

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