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Reportaje:

Aduriz, el goleador prometido

El ex jugador del Athletic se ha destapado en el Valladolid con 12 goles

Antes de la presente temporada, el último día magnífico de Aritz Aduriz (San Sebastián, 11-02-81) se remonta a su época de alevín en el Antiguoko, un club ejemplar de la capital donostiarra. Entonces, junto a los hermanos Alonso (Xabi y Mikel, al rojiblanco Iraola, o al realista Xabi Prieto) consiguieron ganar el campeonato de alevines, rompiendo la natural supremacía de la Real Sociedad. Desde entonces, todos habían triunfado. Xabi Alonso deslumbró en la Real y juega en el Liverpool, su hermano Mikel cruzó el desierto pero con Amorrortu es un habitual en la Real Sociedad, Xabi Prieto es la perla esperada en el conjunto donostiarra un tanto rota por las lesiones y la presencia abrumadora de Karpin. Quedaba Aritz Aduriz, el goleador prometido, llamado a triunfar, que se sentía feliz con su fichaje en juveniles por el Athletic, pero donde en realidad inició un peregrinaje que ha encontrado en el Valladolid su Ítaca particular: hoy es el tercer máximo goleador de la Segunda División, con 12 goles, curiosamente aventajado por otros dos futbolistas ninguneados por los clubes vascos: Mario Bermejo (Racing de Ferrol), un cántabro fichado por el Athletic aduciendo el origen vasco de su padre, y Joseba Llorente, un olvidado de la Real que triunfa en el Eibar. Algo así como el éxito de los desheredados.

Abandonado por el club rojiblanco, ahora es seguido por los grandes equipos de Primera

Aduriz promete que el Valladolid está con ganas de "dar guerra hoy [20.00, PPV] al Athletic", en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey [3-2, en San Mamés]. No es una cuestión de venganza sino de "seguir soñando con algo que es posible", vista la trayectoria del equipo blanquivioleta tanto en la Liga como en la Copa.

Su trayectoria con el Athletic está casi en blanco. Tres partidos de Liga y uno de Copa con la camisola rojiblanca son su único argumento, actuaciones todas testimoniales, antes de cederlo al Aurrera de Vitoria (2ªB) y retornar en la misma categoría al Bilbao Athletic, cuando lo entrenaba Ernesto Valverde. Desechado por unos y por otros, recaló en el Burgos, donde sus 16 goles llamaron la atención de Santiago Llorente que se lo llevó inmediatamente al Valladolid en busca del ascenso a Primera División. La promesa estaba a punto de cumplirse.

La pasada semana, la mayoría de los espectadores de San Mamés le vieron jugar unos minutos y se quedaron con su cara y con su número (el 17). En una intrépida decisión de Sergio Kresic, lo alineó en la segunda mitad y quien más lo lamentó fue Aitor Karanka, un central en horas bajas, que padeció la velocidad del delantero donostiarra. Para muchos fue una sorpresa. No en vano Aduriz fue cortado por la enorme presencia, entonces, de delanteros rojiblancos como Urzaiz, Ezquerro y Etxeberria que aseguraban un porvenir al que era ajeno este futbolista, más completo que específico. Ajeno al desaliento, creció en Burgos y se ha hecho un hueco en el Valladolid, hasta el punto de que su nombre sonó hasta el último momento en el mercado de invierno por el supuesto interés de clubes como el Deportivo o el Valencia. Probablemente, su situación sólo se retrasó al término de la temporada.

Hoy frente al Athletic (que estará arropado por unos 2.500 aficionados) es una de las pincipales amenazas para el futuro rojiblanco en su competición más fetichista. Quizás no juegue, porque Kresic insiste en alinear a una buena parte de suplentes, pero, como en San Mamés, será el arma necesaria si las cosas se tuercen en Zorilla.

Aduriz, en un partido contra el Tenerife.
Aduriz, en un partido contra el Tenerife.AS

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