Taiwan cambia la baratija por la pantalla plana
En poco más de una década, el país asiático ha conseguido una economía muy competitiva. Su balanza comercial registra un superávit del 7,2% del producto interior bruto (PIB)
El sello made in Taiwan que durante años ha inundado los hogares de todo el mundo con productos de bajo valor añadido ha pasado a la historia. Taiwan ha revolucionado su modelo de producción para concentrarse en productos de alta calidad, principalmente ligados a las nuevas tecnologías.
El resultado es que, con una extensión similar a la de los Países Bajos, este territorio se ha convertido en el cuarto productor de equipos para las nuevas tecnologías. El made in Taiwan ha sido absorbido por un nuevo reclamo: "Very well made in Taiwan", como proclamaba recientemente un cartel situado en el edificio de la feria de exposiciones de Taipei, la capital de la isla.
Mientras China dispara su crecimiento el 9,5%, Taiwan calienta motores con un avance sostenido del 3,23% en 2003, unos precios controlados y unas cuentas públicas saneadas. Frente a la tentación de perseguir crecimientos desorbitados del PIB, las autoridades taiwanesas han acuñado una máxima: convertir el territorio en una isla de silicio verde. La metáfora hace referencia a la necesidad de combinar los productos tecnológicos (el silicio es un material muy utilizado en la industria electrónica) con el respeto al medio ambiente.
Dos tercios de los ordenadores portátiles de grandes marcas están fabricados en Taiwan
El I+D representaba en 1985 menos del 1% del PIB. Esta partida supone ya el 2,3%
¿Cómo ha logrado Taiwan evolucionar de la manufactura barata al chip más sofisticado? A medida que su competitividad empezó a caer en los años ochenta, el Gobierno se planteó remontar el país con dos tipos de herramientas: la inversión en investigación y desarrollo (I+D) y la cualificación de su mano de obra.
"Un factor fundamental fue mandar a los estudiantes al extranjero. A finales de los ochenta, muchos de ellos fueron a Estados Unidos y volvieron con conocimientos de las últimas tecnologías", explica Jui bin Hung, director de Planificación del Instituto para la Planificación Económica y el Desarrollo.
Desarrollo tecnológico
Al mismo tiempo, se impulsó el desarrollo tecnológico dentro del propio país. Una de las primeras decisiones fue crear un parque tecnológico, complejo de 625 hectáreas a las afueras de Taipei que aglutina a 378 empresas. De ellas, 53 son extranjeras. "Es el silicon valley taiwanés", asegura Ming-Huang Chen, responsable de inversiones del Parque Científico de Taiwan, que presume de tener a 50 empresas en lista de espera para acceder a sus instalaciones. Esta superficie, que propicia la inversión en tecnología, mantiene programas de cooperación con organismos similares en todo el mundo, entre ellos el parque tecnológico de Málaga. "Nos gustaría construir puentes con ellos", resalta Chen.
Un tercer elemento en ese salto al valor añadido fue incrementar el gasto en investigación y desarrollo. De destinar menos del 1% a esa partida en 1985, el I+D representa ya el 2,3% del producto interior bruto (PIB). "Y el objetivo es alcanzar el 3% en 2006", aseguran en el Instituto para la Planificación Económica, una agencia con rango ministerial que asesora al Gobierno en economía y finanzas. La burbuja tecnológica de 2001 malogró el desarrollo del país, muy ligado a esta industria, que ahora ha vuelto a recuperar su vigor.
Con todas esas premisas, Taiwan se ha empleado a fondo en producir nuevas tecnologías y ha ganado terreno a otros países. Dos tercios de los ordenadores portátiles que venden gigantes del negocio informático como IBM o HP llevan el sello made in Taiwan, según los responsables del parque tecnológico.
Convertirse en productores de millones de piezas que los líderes del negocio ambicionan ha convertido a Taiwan en paraíso del comercio exterior. La balanza comercial -diferencia entre importaciones y exportaciones- juega a su favor, con un superávit relativo al 7,2% del PIB. Hong Kong, Estados Unidos, Europa y países vecinos, como Malaisia, Tailandia, Corea y Japón, son sus principales clientes.
Pese a su gran potencial, la relación comercial con España es débil. Los flujos entre los dos países sumaron algo más de mil millones de euros en 2004. De esa cantidad, el 72% circula de Taiwan a España y sólo el 28% restante recorre el camino contrario. "Ellos son más dinámicos; nosotros estamos muy concentrados en la Unión Europea", reconoce José María Jerez, director de la Cámara de Comercio de España, un órgano dependiente del Ministerio de Industria que pretende fomentar el comercio entre los dos países. Jerez explica que la mayor parte de las ventas españolas a Taiwan se concentra en productos químicos y de automóviles. A mucha distancia se colocan clásicos de la gastronomía, como el aceite y el vino. El gusto por la dieta mediterránea ha impulsado este tipo de productos entre las capas más altas de la sociedad, según Jerez.
Presencia española
"Exportamos más a Taiwan que a otros países con los que mantenemos relaciones diplomáticas, como Filipinas, Tailandia o Malaisia. Eso significa que Taiwan tiene un nivel de vida alto y se nota", añade. Esa relación comercial no ha movido a las empresas españolas a instalarse en la isla. Las pocas que existen operan fundamentalmente en régimen de franquicia, como Mango, Camper o Loewe.
Aunque lo que se exhibe con más orgullo es el desarrollo industrial, los servicios lideran el peso económico de Taiwan. Suponen el 67% del PIB y se concentran en finanzas, comercio, telecomunicaciones y transportes. El 89% de las compañías taiwanesas son pequeñas y medianas empresas. "Y la mayor parte de sus productos se vende fuera", aclara Lee Chen, del departamento de exposiciones del Taipei World Trade Center, un organismo que alberga 20 ferias internacionales al año para fomentar el comercio de los productos taiwaneses.
Uno de los filones económicos por explotar es el turismo, a cuya promoción se dedican las autoridades con fruición. Hace dos años, el Gobierno decidió habilitar una partida específica para fomentar las visitas al país. De momento, el turismo aporta el 2,77% del PIB (en España es el 12%). "Esperamos llegar al 6% en 2008, pero aún nos queda un largo camino por recorrer", señala Bruce Liu, subdirector del departamento de internacional de la Oficina de Turismo en Taiwan. "Queremos emular el éxito de España", confiesa.
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