Beckham descongela al Madrid
Un penalti rechazado por Casillas y un gol de falta del inglés abren el triunfo del conjunto blanco frente al Numancia
El Madrid ya no intimida con la pasión de antes, pero resuelve desde un punto de vista más racional. En Soria el Madrid jugó al juego del control, de la colocación, del orden. Fue menos espectacular y no tuvo llegada. No pisó el área y pareció incapaz de resolver la situación, presa de la rigidez, del frío. Le bastó con una falta perfectamente lanzada por Beckham. El gol rompió un duelo trabado, poco atractivo, que se desató en los últimos minutos con el Numancia colgando balones en un intento baladí por restituir lo que estaba definitivamente perdido.
En el calendario del Madrid, la empresa soriana se anunciaba como una jornada desapacible y así fue hasta el gol de Beckham. El partido se jugó lejos de las áreas, en espacios reducidos, con muchos pases fallidos, pocos desmarques y una caída de tensión general, aparentemente consecuencia de la baja temperatura, por debajo de cero grados. Entre el tedio y el frío, pareció que algunos jugadores se fueron congelando poco a poco. La cosa se resumió en un movimiento pendular: el Numancia se cerraba atrás con cinco defensas, salía y perdía la pelota; el Madrid no se desencajaba, aguantaba, y maniobraba sin profundidad.
NUMANCIA 1 - REAL MADRID 2
Numancia: Núñez; Pignol, Antonio, Palacios (Lee Chun Soo, m. 81), Molina, Tarantino; Sanz; Miguel Pérez, Tevenet, Juanlu (Pineda, m. 71); y Miguel.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Samuel; Roberto Carlos; Beckham, Gravesen, Figo (Guti, m. 71); Zidane (Portillo, m. 85); Raúl (Solari, m. 78) y Owen.
Goles: 0-1. M. 72. Beckham, de libre directo. 0-2. M. 85. Salgado recibe un pase de Owen, pisa el área, dribla a un defensa y marca.
1-2. M. 87. Miguel, de cabeza tras una falta.
Árbitro: Ramírez Santiago. Amonestó a Helguera, Gravesen, Tevenet, Roberto Carlos y Antonio.
Unos 9.500 espectadores en Los Pajaritos.
El Madrid salió sin Ronaldo y eso ya hizo mucho por quitarle filo. Del resto se ocupó Luxemburgo, que prefirió dejar a Guti en el banquillo y situar a Gravesen en el medio centro. El danés, sobre la pizarra, es un mojón que aporta equilibrio y contundencia defensiva. Su cartel le confiere condiciones de filtro de ataques rivales. Sólo que ayer el Madrid jugó en Los Pajaritos, no en el Camp Nou. ¿A qué media punta debía cerrar el paso Gravesen? ¿De quién había que defenderse? Al parecer, de Tevenet, un futbolista escurridizo y valiente, que debió inspirar gran inquietud en Luxemburgo. Consecuencia de esa inquietud fue que Guti, el mejor pasador, se quedara en el banquillo otra vez.
Si el Numancia tuvo ocasión de sacar un punto, fue en la primera parte. Sin bandas, con Zidane volcado a la derecha y Figo en la media punta, el Madrid perdió la pelota porque se metió en un embudo. No tenía desborde por afuera. El Numancia se hizo fuerte acumulando gente atrás, todos atentos sobre un césped que sirvió de barricada. En el campo de ayer, los tacos se clavaron mal, y cuando eso ocurre, sufre más el que lleva el balón que el que se afirma y espera. Dos tiros de Figo desde fuera del área, uno de ellos al palo, fue la producción del Madrid en los metros decisivos.
Puesto a gestionar los partidos con paciencia, el Madrid actual se impone por cálculo. Es cartesiano. No se parece en nada al equipo impulsivo y sorprendente de la primera mitad de la temporada, pero intimida menos. Es menos un regalo para el espectador, que ni sufre ni padece, ni se divierte lo que antes. Los rivales, como el Numancia ayer, encuentran menos resquicios para atacarlo pero se defienden con menos sobresaltos. Así ocurrió ayer, hasta los últimos minutos. Por lo demás, hasta el gol de Beckham, el partido se jugó en el ámbito controlado de lo previsto, salvo por el penalti que el árbitro le pitó a Helguera. Lo lanzó Tevenet y lo paró Casillas.
En la recta final, con el Numancia arrinconado, Beckham abrió el partido con un gol de falta directa. El inglés fue intrascendente en todo menos en ese gol, marca de la casa. Escorado a la derecha del área del Numancia, se perfiló como si fuera a lanzar un córner y golpeó tras un escorzo perfecto. Dobló el tobillo de goma, se apoyó, y con el otro pie mandó la palota al palo contrario. Lejos de Núñez. El tanto obligó al Numancia a jugar otro partido, en el que Guti demostró que merece un sitio entre los titulares más que nadie. Un duelo que permitió un gol de Salgado y otro de Miguel, y en el que los técnicos, incluido Luxemburgo, tuvieron menos mano.
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