El empate más triste
Valencia y Osasuna igualan en un encuentro marcado por el dramático suceso
La muerte transforma al deporte en algo irreal, grotesco. El fallecimiento de la hija pequeña de Caneira tiñó de luto un partido que, a priori, siempre resulta bronco y disputado. No hubo nada, sólo dolor y tristeza y, pese al esfuerzo de los jugadores, el fútbol no llegó a aparecer a lo largo del choque.
Tanto Osasuna como Valencia se mostraron reacios a disputar el choque, pero el árbitro decidió que el partido debería jugarse. Con casi diez minutos de retraso, los dos equipos saltaron al terreno de juego cariacontecidos y los navarros con brazaletes improvisados para rendir su particular homenaje a Caneira. El encuentro comenzó muy lento. Un trámite que había que cumplir de la manera más honrosa posible.
OSASUNA 0 - VALENCIA 0
Osasuna: Elía; Izquierdo, Cruchaga, Josetxo, Clavero; Puñal, Pablo García; Valdo, Webo (Muñoz, m. 74), Moha; y Morales (Milosevic, m. 67).
Valencia: Cañizares; Carboni, Ayala, Marchena, Moretti; Albelda, Baraja; Rufete (Mista, m. 81), Xisco (Fabio Aurelio, m. 63), Aimar (Fiore, m. 73); y Corradi.
Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Moretti, Albelda, Clavero, Corradi, Ayala, Puñal y Mista. Expulsó a Izquierdo por doble amarilla (m. 66).
Unos 16.000 espectadores en El Sadar. Los jugadores de ambos equipos saltaron al césped con unos improvisados brazaletes de luto por la muerte de la hija del valencianista Caneira.
Hubo tensión y mucho juego en el medio campo, aunque faltaron la verticalidad y los enlaces en el área. Aimar pasó el choque emboscado entre líneas, incapaz de gozar con el balón en el pie. Tampoco Xisco, que se preocupó más de presionar en la medular que de aprovechar su velocidad.Con los teóricos mediapuntas enfangados en sus propias carencias, Corradi tuvo que acarrear con todas las responsabilidades ofensivas demostrando lucha e inteligencia. Mientras, a Osasuna le surgían las dudas. Muy tranquilo en la zaga y en la medular, los problemas llegaban en el ataque. Los de Aguirre están franquiciando el ataque globular, con infinitos pases por alto buscando la cabeza de Morales. Pero contra el Valencia se debe hilar más fino.
El recuperado Ayala, después de siete meses de lesión, se estrenó con la misma seriedad y rudeza que ya ha hecho marca de la casa y barrió por alto a los atacantes rojillos. Tras la baja de Caneira, Ranieri tuvo que tirar casi de alquimia para componer una defensa de garantías. La solución resultó sorprendente: Carboni, uno de los zurdos más cerrados de la Liga y también el más veterano, con 39 años, acabó de lateral derecho.
Las únicas oportunidades provenían de tiros lejanos y desesperados que trataban de obviar el trámite del área. Morales e Izquierdo fueron los encargados de probar a Cañizares, sin llegar a inquietarle. Mientras, en el medio campo, Pablo García continuaba una lucha heroica contra Albelda y Baraja, distribuyendo el juego y adelantándose a sus rivales en casi todas las ocasiones. Cuarenta minutos después del pitido inicial, Moretti, de cabeza, y Corradi, en un doble remate, probaban al inédito guardameta Elía.
En el minuto 66 llegó la expulsión de Izquierdo por doble amarilla y Javier Aguirre decidió tirar de Milosevic para intentar abrir la lata valencianista. El veterano yugoslavo lo intentó desde muy atrás y también sin fortuna. Entre la tensión del choque, Pablo García volvía a aparecer una y otra vez para ofrecerse, tocar y seguir aumentando la posesión rojilla. Ranieri se cargó a Xisco, Aimar y Rufete, que habían aportado muy poco al encuentro, y trató de aprovecharse de la superioridad numérica con la entrada de Mista y Fiore para acompañar a Corradi. La solución llegó tardía, aunque a punto estuvo de ofrecer buen resultado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.