"Mi mayor problema es el tipo duro que llevo dentro"
Sean Penn, para muchos el mejor actor de su generación, acaba de estrenar en Estados Unidos su última película, The assasination of Richard Nixon, basada en un hecho real. El filme cuenta cómo, en 1974, poco antes del escándalo Watergate que provocaría la dimisión de Nixon, Sam Bike (Sean Penn) decide secuestrar un avión para empotrarlo contra la Casa Blanca. Bike, un hombre mediocre, acomplejado y escrupuloso, abandonado por su mujer, obsesionado por las falsedades de la vida, cae en una depresión. En su búsqueda de redención, se fija como objetivo asesinar al que considera responsable de todos los males: "El más poderoso de los mentirosos", el presidente de EE UU.
Un tema incómodo para los Estados Unidos posteriores al 11 de septiembre que no habría visto la luz sin la tenacidad de Sean Penn. El realizador de The assasination of Richard Nixon, Niels Mueller, y el coguionista, Kevin Kennedy, finalizaron el guión en 1999. En cuanto Sean Penn lo leyó dijo a Mueller que quería por encima de todas las cosas que el papel fuera suyo. Y así fue.
"Todo lo que me disgusta tras el 11-S me disgustaba ya antes. En EE UU había ya un montón de cosas contra las que rebelarse"
"Me gusta la honestidad, y no me da la impresión de que mis hijos tengan demasiados problemas a la hora de entender este valor"
"Aunque he tenido mucha suerte en mi carrera, nunca he variado mi modo de vida. Me siento integrado en el mundo día a día"
"Bush es un mentiroso nato, más que Nixon. Bush dice mentiras con la misma desenvoltura con la que baila Fred Astaire"
Pregunta. El guión de The assasination of Richard Nixon se escribió antes del 11 de septiembre de 2001. ¿Cómo influyó ese acontecimiento en el filme?
Respuesta. Evidentemente, el 11-S influyó, pero no lo modificó sustancialmente. Todo lo que me disgusta tras el 11-S me disgustaba ya antes. En Estados Unidos había ya un montón de cosas contra las que rebelarse.
P. ¿Es usted un rebelde?
R. No me gusta esa palabra. Considero que en todo artista debe haber cierta dosis de ira, pero la palabra "rebelión" está muy prostituida. Es una palabra que usan los fanfarrones, los fatuos. Cuando una rebelión es auténticamente legítima se impone por sí misma.
P. ¿El terrorismo puede ser legítimo?
R. No soy un pacifista. Pero podría afirmarse que toda guerra es terror y que toda acción armada es un acto terrorista. Depende del bando en el que uno se sitúe. La palabra "terrorismo" utilizada por la Administración Bush justifica acciones igualmente violentas. No hay duda de que el terrorismo carece de toda legitimidad, pero debemos intentar comprender sus causas y no utilizar la palabra como un comodín para evitar hacernos preguntas.
P. ¿Tiene la sensación de haber roto un tabú con The assesination of Richard Nixon?
R. No, era una historia que yo podía entender. Espero que a otros les haga reflexionar.
P. ¿Qué recuerdos tiene usted de los asesinatos de John Kennedy, su hermano Robert y Martin Luther King?
R. Yo era entonces muy joven, pero seguí muy de cerca, pegado a la televisión junto a toda mi familia, ese trauma nacional. El movimiento a favor de los derechos civiles, la guerra de Vietnam nos formaron a todos los que en esa época éramos niños. Cuando crecimos, vimos claramente lo absurdo de aquellos asesinatos. Pudimos valorar la amplitud de ese atolladero, la cantidad de muertos que hubo en Vietnam. Y cuando la actualidad tiene ese desagradable aire de algo ya conocido, uno se pregunta por qué no hemos aprendido las lecciones de la historia.
P. Su personaje, Sam Bike, está obsesionado por la honestidad. ¿Cómo inculca usted este concepto a sus hijos?
R. No hago ningún seminario con ellos sobre ese tema. Me gusta la honestidad y no me da la impresión de que ellos tengan demasiados problemas a la hora de entender este valor. Mi única regla al respecto es que si son suficientemente mayores para hacer preguntas, son suficientemente mayores para recibir respuestas.
P. ¿Cómo una estrella como usted ha logrado no perder el contacto con la realidad?
R. Aunque he tenido mucha suerte en mi carrera, nunca he variado mi modo de vida. Me siento integrado en el mundo, día a día. Y lo mismo me pasa con los bares que frecuento, las calles por las que camino y los sitios adonde voy a comprar. Creo que, desde mi infancia, nunca he sido infiel a aquello que me ha formado.
P. ¿Cuál es su Estados Unidos?
R. Se ha perdido.
P. ¿Del todo?
R. Eso me temo. En estos momentos atravesamos una situación muy dura. Tanto personal como colectiva. Todo es peligroso y frágil. Y el culpable es ese increíble liderazgo que envenena nuestras vidas y nuestras aspiraciones. Porque nuestros sueños y aspiraciones dependen de los demás. América la bella se ha convertido en un fantasma.
P. ¿Imaginó usted que las cosas irían tan mal en Irak?
R. Por desgracia, sí. Volví la anterior Navidad y las cosas ya estaban empeorando. Escribí que esa guerra terminaría por hacer de Irak una nación de colocadores de bombas y de kamikazes. Hoy es ya un hecho. No era necesario ser un gran periodista ni haber ido a Harvard para preverlo. Bastaba con ir allí, escuchar y hablar con la gente.
P. Han sido muchos los artistas y escritores comprometidos en la lucha contra Bush, pero ¿se sentía solo al principio?
R. Sí. A pesar de que amigos como Tim Robbins y Susan Sarandon llevaran mucho tiempo comprometidos y de los apoyos que recibía. Fue un momento muy raro en Hollywood. La gente tenía un miedo auténtico, y no sólo por razones innobles. Creían sinceramente en la existencia de armas de destrucción masiva. Mi instinto me decía que era mentira, pero podía equivocarme. En ese punto, lo importante era rechazar la guerra.
P. ¿Tuvo miedo?
R. En cada clase hay un chulo. El mayor problema de mi vida es ese pequeño tío duro que llevo dentro. Quería ser el único en poder llamarme gallina.
P. ¿Qué opinión tiene de Michael Moore?
R. El problema de Michael Moore es que sólo hay uno. No hay un negro o un americano-japonés, por ejemplo, que desempeñe ese papel de excéntrico. Posiblemente podría decirle: "Mierda, Michael, yo lo hubiera hecho de otro modo". Muy bien, pero ¿después, qué? Él es un tipo que se entrega a fondo. Es evidente que quiere divertirse en el camino, y que tendremos que soportarlo también en su nuevo filme, pero está en primera línea del frente y yo le doy la mano con toda mi jodida fuerza.
P. ¿Es Bush más mentiroso que Nixon?
R. Sí, más que Nixon. Bush es un mentiroso nato. En su universo, la fuerza ocupa el lugar de la verdad. Y las mentiras también. El escritor E. L. Doctorow publicó un artículo en el que decía que el presidente no tiene noción de la muerte. Si uno no sabe lo que es un muerto en tiempo de guerra, automáticamente uno se convierte en un virtuoso de la mentira. Bush dice mentiras con la misma desenvoltura con la que baila Fred Astaire.
© Le Nouvel Observateur.
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