La reina española de los estilos
La valenciana Aina Conca, de 17 años, es la campeona nacional de la prueba más completa de la natación
Hay noches que Aina Conca no tiene ni ganas de cenar. Sale tan agotada de la piscina de la Residencia Blume, el centro de alto rendimiento de Madrid, que se mete directa en la cama, derrotada, exhausta después de una jornada de entrenamiento brutal, entre 13.000 y 14.000 metros divididos en dos sesiones. Eso, un día tras otro; casi todos los días del año. Actual campeona de España de 400 estilos, título que consiguió el pasado diciembre en Valencia, Aina (Sueca, 1987), lleva tres años en la Blume, una residencia para deportistas de élite, conviviendo con otros nadadores, atletas, halteras y gimnastas.
Lejos de su casa, sometida al régimen de entrenamientos espartanos que sigue todo nadador, Aina se ha convertido en una de las grandes promesas de la natación española. Sobre todo porque su margen de mejora es grande, según la progresión que ha experimentado en los últimos meses y las expectativas levantadas desde que la entrena Paul Wildeboer, uno de los mejores técnicos que existen en España, el mismo que dirige a Olaf y Aschwin Wildeboer, sus hijos; David Ortega, María Peláez o Merche Peris, la espaldista valenciana.
Aina se impuso en la final de 400 estilos de los Nacionales con un tiempo de 4m 45,25s, lejos de la plusmarca nacional que ostenta Roser Vives (4m 38,26s). "Pero siete segundos no son nada en una prueba como los 400 estilos", afirma Manuel, el padre de Aina, el mismo que durante mucho tiempo cubrió a diario el trayecto entre Sueca y Gandia, 30 kilómetros, para que su hija pudiera entrenarse. Ahora la ve de uvas a peras. "Es triste", considera Manuel, "que en Valencia no haya ningún centro especializado y mi hija deba estar en Madrid". En los últimos Europeos en piscina corta (25 metros), disputados en Viena, la ganadora de 400 estilos, la húngara Eva Ristzov, se impuso con 4m 32,26s. A Aina, sin embargo, la que más le gusta es la ucrania Yana Klochkova, campeona olímpica y mundial.
En la Blume, Aina superó en 2004 una etapa muy dura. Con su anterior entrenador, Carlos Carnero, mantuvo una difícil relación, consecuencia de la intransigencia del técnico, quien exigía a su nadadora dedicación exclusiva. "A mí me gusta tanto nadar como estudiar", dice Aina; "y eso él no lo entendía. Pasé momentos muy malos; terminaba los entrenos llorando". El cambio de entrenador, el tercero que tiene ya en la Blume, le sentó de maravilla.
Fue Carnero, en todo caso, quien introdujo a Aina en las pruebas de estilos, el que primero intuyó su potencial en una de las especialidades más atractivas, la más completa. "El estilo que peor se me da es la mariposa, quizá porque soy muy grande. Si te fijas en las mariposistas son más menudas y compactas", explica la nadadora, que mide 1,80 y pesa unos 68 kilos.
Con Wildeboer, Aina está más a gusto. Ha recuperado la motivación. "El trato es más humano. Te pregunta cómo estás y se interesa por tu estado", cuenta.
La jornada de Aina comienza a las 6.30. Sin apenas desayunar -"me como sólo un plátano"-, se tira a la piscina para nadar entre 4.000 y 5.000 metros. Todos los estilos. Tras las clases de segundo curso de Bachillerato Tecnológico y el almuerzo, regresa de nuevo al agua hasta la noche. Rendida, cena y se acuesta.
En los Nacionales de invierno (piscina de 25 metros) de Valencia, además de imponerse en los 400 estilos, Aina finalizó tercera en los 200 estilos tras Sara Pérez e Irene Zamora. Tras unos días de vacaciones en Navidad, se marcho al centro de Font Romeu junto con el resto de su grupo. Allí comenzó a preparar su gran objetivo del año: los Juegos del Mediterráneo, en Almería, la competición que debe servirle de trampolín.
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