Sinfonía de color en la catedral
Tecnología de vanguardia y sensibilidad humana se unen en la investigación de la policromía del pórtico de Santa María
Que el color es subjetivo lo saben bien las investigadoras que forman el equipo que trabaja en la restauración del pórtico de la catedral de Santa María de Vitoria. Su trabajo minucioso rastreando la historia de este conjunto escultórico centenario tenía en cuenta en buena parte la policromía. No se han olvidado de estudiar las distintas labores de cantería y labra de la piedra, de documentar la aventura vital del pórtico, en sus fases de construcción, pero sus investigaciones más interesantes y novedosas han sido sobre las pinturas.
El estudio de la policromía del pórtico de la catedral vieja es único en el mundo. Aquí, como en el resto del templo, la restauración tiene aires de vanguardia, combinando el trabajo manual con las últimas tecnologías informáticas. Ha habido que rastrear 650 años de historia del pórtico, que ha sufrido en ese tiempo al menos 15 intervenciones de relevancia.La actual presencia de las portadas de los templos góticos, con la piedra desnuda, es más bien reciente. Un paseo por las catedrales de la Europa de los siglos XIV al XVIII, al menos, presentaría al viajero una sinfonía de colores en todos los pórticos. Una policromía por cierto variable, en función de las tendencias, modas y gustos artísticos. En la decoración de esas piedras labradas participaban los mejores artistas de la zona, financiados por los prohombres de la ciudad.
En Vitoria también pasó lo mismo. Así se desprende de las investigaciones realizadas para la restauración del pórtico por el equipo dirigido por Diana Pardo desde el año 2000. En el siglo XIV se organizan los accesos a la catedral en el brazo sur del crucero, en un pórtico tripartito dispuesto a los pies de la construcción. Las portadas fueron labradas por magníficos talleres de cantería, dándoles un carácter monumental. Entre 1340 y 1360, se realizan las tres portadas de la catedral. Las esculturas de los muros fronteros se labran hacia finales del XV, y a continuación las tres bóvedas que cubren las portadas. La construcción de la capilla de la Piedad de Nuestra Señora se inició posiblemente a comienzos de 1500 y finalizó en 1545.
Durante todo este tiempo, la piedra vivió sucesivos recubrimientos pictóricos, pero no sería hasta finales del XVI cuando se realiza la primera policromía completa de todo el pórtico, con la que adquiere su momento de máximo esplendor. Luego hubo más. De las 15 intervenciones, seis fueron de todo el conjunto. ¿Cómo se puede saber con tal precisión? Ésa ha sido la gran aportación de este estudio concreto de la policromía, dirigido por Mercedes Cortázar y en el que han participado otras ocho restauradoras.
Hasta ahora, los estudios de la policromía se limitaban a una escultura como máximo. El trabajo lo realizaba una persona, con lo que en la disección de las capas sólo había unos ojos que rescataban los avatares que había vivido la pieza. En el pórtico de la catedral de Vitoria, lo primero fue ponerse de acuerdo en los colores. No todos vemos el gris, el ocre o el verde del mismo modo y en este pórtico se han rastreado hasta 60 tonalidades diferentes.
Tras examinar con microscopio todo el conjunto, se llegó a elaborar un muestrario de colores muy definido, con las consabidas complicaciones informáticas para que coincidiese el color real, el que figuraba en la pantalla del ordenador y el que salía por la impresora. La investigación no dejó de lado el repaso a toda la documentación escrita existente. El resultado, recogido en dos voluminosos tomos a disposición del público, recorre minuciosamente la historia del pórtico, detallando su estado en cada momento hasta llegar a la piedra descarnada actual.
Los avances tecnológicos permiten (se está trabajando todavía en ello) recrear por ordenador en tres dimensiones la apariencia del pórtico, por ejemplo en el siglo XVI. Sin embargo, la restauración no se va a aprovechar de estos adelantos informáticos para presentar el pórtico con el mejor aspecto que ha tenido a lo largo de su historia. Más que nada porque ¿quién decide cuál ha sido su mejor presencia? Así que se ha optado una solución que se podría llamar salomónica: el pórtico mantendrá su actual aspecto, pero los visitantes podrán disfrutar de las policromías gracias a unos complejos juegos de luces. Incluso, quién sabe, podrán diseñar sus propios pórticos favoritos. Tiempo al tiempo.
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