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Reportaje:LA EXPO 2008

Zaragoza salta la orilla del futuro

La capital aragonesa afronta la Expo 2008 entre la euforia y las llamadas a la cautela

Las gentes de Zaragoza, sin distinción, coinciden en que la ciudad vive desde el jueves en un estado de euforia. Todos hablan de que la designación para albergar la Exposición Internacional de 2008, centrada en el agua, constituye un momento histórico para dar un empuje a la ciudad y salir de un bache que la ha mantenido al ralentí durante años. Pero también insisten en que la oportunidad real, la que no hay que desaprovechar, es la de saltar la orilla del futuro de la que no acababa de salir para sumergirse en el caudal de la modernidad; pasar de una sociedad anclada en una cultura más rural que urbana, pero sin perder las señas de identidad.

Estudiantes, empresarios y vecinos hablan con entusiasmo del reto. Pepa Oliván, funcionaria, dice que "hay que avanzar en la modernidad" y habla de las infraestructuras que llegarán y de cómo va a impulsarse la economía". Luis Pérez Sorribes, de 24 años, licenciado en Historia, y que ahora viajará a Varsovia con una beca Universa a proseguir prácticas en el Instituto Cervantes, opina: "Está muy bien lo de la Expo pero debemos saber para qué, para quién y cuidar de que no se beneficien los de siempre, los del cemento. La ciudad debe salir de su provincianismo con cuidado, es un empujón muy fuerte que puede provocar un cambio tan radical que perdamos las señas de identidad y orillemos a muchos. Eso es lo que hay que evitar: que crezca tan artificialmente que se desdibuje".

"La ciudad debe salir de su provincianismo con cuidado, sin perder las señas de identidad"
"Hasta ahora era el tiempo de la ilusión, ahora es el de la responsabilidad"
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Goya en la Expo

La Expo creará entre 30.000 y 50.000 puestos de trabajo. Eso apunta el único estudio elaborado por Economistas Asociados (Ecas) hasta ahora, sobre su impacto. El trabajo señala que la muestra supondrá una renta adicional de 700 millones de euros, de los que 400 irán a parar a bolsillos aragoneses.

Eduardo Bandrés, consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Aragón, desgrana las cifras. "El cierre de los dos cinturones, la mejora del aeropuerto, las comunicaciones, el recinto, los ríos, vamos a superar muy deprisa el déficit en inversiones que padece hace años". De los 1.505 millones de euros de inversión prevista, el 70% se destina a infraestructuras. "El cierre de dos cinturones de ronda, uno de ellos con un nuevo puente que cruzará el Ebro, y el otro con viaducto, costarán 123 millones; la modernización del aeropuerto, 54 millones; la dotación de líneas de metro y tranvía supone unos 450 millones de euros; la recuperación de las riberas, 158 millones...".

A ello hay que añadir la urbanización del Meandro de Ranillas donde se alzará la Expo y los pabellones. Las principales obras de infraestructura corren a cargo de la administración central o del consorcio en el que participa con un 70% el Estado y el 30% restante los sufragan a medias el Gobierno autónomo y el Ayuntamiento. Hay obras que acomete la autonomía y otras el Ayuntamiento de la ciudad.

Se calcula que la Expo generará un crecimiento del 3,5% anual en los próximos cuatro años, un ritmo mayor que la media nacional. En porcentajes, la renta familiar subirá un 3,3% y el empleo un 2,7%. Bandrés recuerda que en una comunidad como la aragonesa en la que el paro masculino no existe, habrá que atraer mano de obra. El consejero concluye: "La Expo afianza nuestra apuesta de diversificar la economía y ha supuesto un notable estímulo para los innovadores".

Parte de ese crecimiento se deberá al turismo. Se esperan entre seis y siete millones de personas que durante los tres meses de la Expo -de junio a septiembre- gasten una media de 80 euros diarios, con una estancia media de dos días: unos 1.029 millones de euros. Se multiplicará por tres el número de pernoctaciones anuales en la provincia y por nueve el número de alojamientos.

Pero Emilio Lacambra, presidente de la Federación de Hoteles y Restaurantes de Aragón, considera que más importante que la Expo "son estos tres años que quedan para celebrarla. Vendrán gentes porque hay que construir las infraestructuras y eso genera flujos de personas. Sabemos que sectores como el nuestro, el comercio o el transporte, van a beneficiarse". Lacambra cifra en 12.000 el número de camas, 600 restaurantes y 8.000 los bares de la provincia. "No sólo se beneficiará Zaragoza: en un radio de 150 kilómetros habrá más plazas hoteleras y Huesca, parte de Teruel, Logroño, Navarra, Lleida, vivirán del impulso del 2008".

Lacambra sabe que habrá que tener abundante mano de obra. "El problema de la cocina es casi endémico, pero otros servicios se van a suplir con la llegada de gente ya formada de países como la República Dominicana". "Es un impulso muy importante a nuestra economía y hará mas abierta la ciudad que dará un salto de 20 años en todos los aspectos".

José Luis Izuel, presidente de los restaurantes zaragozanos, asegura que "es el tiempo de dar un salto" en la gastronomía, "de potenciar los productos de la tierra de forma moderna. La borraja, el jamón de Teruel, el ternasco, las migas, hay formas y formas de presentarlo y de cocinarlo, y cuando se hace es un éxito".

Izuel que hoy tiene el único restaurante en el río Ebro, sabe que vendrán otros. "Sueño con un río con orillas adecentadas y con espacios como éste, la competencia nos va a estimular para hacer mejor las cosas". Señala que en estos días la alegría se traduce en consumo. "Cuando hay euforia y optimismo se estimula el consumo, lo estamos viendo desde el jueves y lo veremos más. Es una oportunidad para promocionarnos antes y después".

Mariano Bergua preside la asociación de hoteleros. Cuenta que ya han decidido viajar en enero a Sevilla para aprender de los que vivieron la Expo del 92. "Se abrirán más plazas, yo creo que llegaremos a las 10.000 habitaciones en el 2008, pero hay que hacer las cosas bien para no lamentarnos cuando todo haya acabado".

Bergua apunta la creación de nuevos hoteles en zonas de carretera próximas a la ciudad cercanas a la Feria de Muestras y a la Plataforma Logística. "No andamos escasos de plazas porque, sobre todo, somos una ciudad acostumbrada a celebrar grandes eventos, como las ferias, aunque en menos días", puntualiza. La cruz de la euforia es el incremento que sufrirán los precios. "Lo que hemos ganado lo compensará, porque esa subida es inevitable. Esperemos que desde ya Zaragoza deje de ser una ciudad de paso".

Quien sigue pensando que la ciudad continuará siendo un cruce de caminos es Francisco Dalmau, propietario de dos gasolineras. "No creo que deje mucho en nuestro negocio, más bien pienso que la gente vendrá, verá la Expo y se irá". Dalmau asegura que no habrá mas estaciones de servicio. "Es un tema cerrado, los que se instalen en el futuro serán en grandes superficies".

Pero la ilusión no decae: hay que imaginar soluciones que eviten errores y potencien a toda la comunidad. Se preparan ya paquetes de viaje de tres días que incluyen el Pirineo o las comarcas más bellas de Teruel.

A la expectativa está Manuel Arregui, encargado del mayor cibercafé de Zaragoza. "Es bueno. Nos modernizaremos, hemos hablado de intentar montar algo en el recinto de Ranillas pero de momento esperamos a que con la llegada de más infraestructuras podamos ampliar nuestra capacidad en la red y planear que pasemos de seis a 20 megas de ancho de banda por un precio razonable". Su local, Bbigg, tiene ahora 120 plazas. "Montar algo con 1.000 estaría muy bien. De momento planeamos", comenta.

José Miguel Martínez Urtasun dirige una agencia de comunicación y dos revistas (de gastronomía y viajes). "Me conformaría con la llegada de la modernidad, de ese salto que supone que funcionen los servicios públicos, que el bus deje de rodar por un trayecto de tranvía ya desaparecido, que se abra definitivamente la estación del AVE al completo, que desaparezca el cártel del ladrillo, que ganemos en acogida y que se nos quite y se les quite el pelo de la dehesa, y que entiendan que empresas como la nuestra, que vendemos lo intangible, estamos aquí y que no hay que ir a buscarlas fuera. Eso será un acicate para que aprendamos a mirar afuera sin menospreciar lo nuestro".

Salvador Alegre, taxista, asegura "habrá más negocio y sobre todo las infraestructuras harán posible un tráfico más fluido" que "vendrá bien para trabajar".

Si alguien apostó por el proyecto fue la clase empresarial. Y desde el principio. "No solo porque viésemos negocio, vimos progreso", dice Fernando García de Leániz, secretario general de la Confederación de Empresarios Aragoneses. "Zaragoza dejará ahora de tener esa imagen borrosa. La Expo demuestra que la ciudad tiene condiciones para ser sede de muchas cosas, le añade valor, cambiará nuestra mentalidad. Nos va a exigir un esfuerzo de imaginación y, aunque no hay estudios definitivos sobre su impacto, la autoestima supone estímulo".

El presidente de la Cámara de Comercio de Zaragoza, Manuel Teruel, apunta al reto del día de después. "Quedará la tecnología, el desarrollo, la puesta en el mapa de la ciudad. Pero sobre todo la apertura a los emprendedores de nuevos caminos y el tecnológico es importante. Si aplicamos bien el I+D+i y con infraestructuras ya estables, hablamos de un progreso que puede prolongarse en el tiempo porque hemos ganado 15 o 20 años en adelantar proyectos esenciales". "Hasta ahora era el tiempo de la ilusión, ahora es el de la responsabilidad", sentencia Teruel.

Las organizaciones sociales como los sindicatos aplauden la muestra porque supone crear empleo, mientras las ONG reclaman atención hacia los más desfavorecidos. Las escasas voces críticas reclaman tiento para evitar desatinos. La frase más repetida estos días: "Hemos saltado el olvido de las inversiones, que llegan, y hay trabajo en el futuro inmediato, que debemos saber conservar".

Celebración de la designación de Zaragoza para la Expo 2008 en la plaza del Pilar.
Celebración de la designación de Zaragoza para la Expo 2008 en la plaza del Pilar.EFE

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