Un arrogante ganador
Aunque no juega en un equipo de excelentes futbolistas reunidos por el millonario Roman Abramovich, José Mourinho (Setúbal, 1963) es la estrella del Chelsea. El portugués, técnico del equipo inglés desde este curso, es chulo porque puede, y no sólo por su perfil de chico Martini, como se le llegó a apodar en Barcelona. Más que por ser un hombre apuesto, hoy se le admira por su currículo, conseguido en cuatro años y en 30 meses en el Oporto, con el que ganó la Liga de Campeones, la Copa de la UEFA y la Copa y dos Ligas lusas.
Acostumbra a ir solo, de manera que su mirada distante parece más fiera, y rebosa confianza. Diríase que su mejor arma es la provocación. Así, antes del sorteo, pidió al Barça como rival. "Por razones emotivas y porque todos dicen que ahora es el mejor equipo de Europa", argumentó; "en el fútbol, los números uno nunca tienen miedo. Siempre queremos jugar contra grandes equipos y grandes entrenadores".
La temporada pasada, camino del título, el Oporto eliminó al Manchester con un gol en el último minuto en Old Trafford. Aquella hazaña, más incluso que su goleada al Mónaco en la final, le abrió las puertas y la caja de caudales del Chelsea.
Mourinho regresará al Camp Nou como uno de los mejores técnicos tras un sabroso aprendizaje. "Fue una universidad", confesó mientras recordaba sus tiempos de estudio en Inglaterra, "porque los libros interesantes sobre fútbol no estaban traducidos al portugués". Llegó a Barcelona con el inglés Bobby Robson, para el que ya había trabajado como intérprete en el Sporting de Lisboa, y simultaneó su función con la de segundo entrenador. A pesar de que Robson partió al año, él continuó como ayudante de Louis van Gaal (1999-2000), curso en que el Barça eliminó precisamente al Chelsea de la Champions. De Van Gaal aprendió "el orden táctico", decisivo para defenderse, y de Robson, "la libertad para atacar".
Pocos preparadores saben visualizar el juego como Mourinho porque desde los 14 años ejerce de espía y es graduado universitario en Educación Física en la especialidad de Metodología del Fútbol. Le inició su padre, Félix, portero internacional de Os Belenenses y que, cuando era entrenador, le encargaba el informe del equipo rival a cambio del 10% de la prima en caso de triunfo, y se doctoró con Van Gaal. Tiene tanta capacidad de análisis que sus jugadores cuentan que en el campo siempre sucede lo que entrenaron.
Aunque estuvo nueve semanas en el Benfica en 2000, despuntó en el União de Leiria -le clasificó quinto- y triunfó en el Oporto, club en el que impuso su espíritu de equipo. Nadie resume mejor la tesis de Mourinho que Deco, quien prefirió el Barça al Chelsea, a diferencia de Ferreira y Carvalho: "Lo primero que prometo a los jugadores es que les voy a mirar a todos con los mismos ojos. No quiero relaciones especiales con ninguno. Los trofeos los ganan los equipos".
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