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Columna
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Milagro

Dice que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver. Algo así ha venido sucediendo desde que el 25 de octubre de 2003. Fecha en la que 37 inmigrantes murieron ahogados a escasos 200 metros de una de las playas de Rota. Lo incomprensible de aquel suceso, la escasa distancia entre el lugar del hundimiento de la patera y la playa y el tiempo transcurrido entre el momento que se dio la alarma y la asistencia -que resultó inútil-, dieron lugar a pensar que algo había fallado. También que, si no hubieran existido fallos, estas muertes podrían haber sido evitadas. El Defensor del Pueblo Andaluz, Izquierda Unida, Derechos Humanos, algunas voces del PSOE (Alfonso Perales entre ellas) y este periódico, exigieron una comisión de investigación.

Nada. La escasa sensibilidad mostrada por el PP -entonces en el Gobierno- y la negativa del nuevo delegado de Gobierno, José Antonio Viera, hicieron imposible la investigación. Hoy, un año después, esta investigación empieza a ser un hecho. Así lo ha decidido el Ministerio de Fomento. Podría pensarse que las presiones del Defensor del Pueblo, de algunos partidos y las evidencias que publicó este diario, habían hecho el milagro de recuperar la vista y el oído a ciegos y sordos. Pues, francamente, no.

Ha sido un tribunal y una sentencia las que han hecho posible el milagro navideño. Una sentencia que podría haber pasado de puntillas y con despachar, como ha despachado al ayudante del patrón de la patera a 40 años de cárcel, hubiera tenido bastante. Sin embargo han sido las reflexiones que contiene la sentencia a favor de depurar otras responsabilidades públicas y privadas las que han dejado judicialmente con el culo al aire a quiénes negaban la investigación, y las que han obligado a que se inicie.

En fin, sea una sentencia o sean aquellas presiones, lo importante es que se ha abierto. Esperemos que este retraso no impida conocer la realidad. Una realidad que seguirá sin conocerse si los políticos (algunos) emplean su tiempo en tapar sus culos y se olvidan de la razón de esta investigación: evitar que se repitan estas tragedias y servir de cauce para atender las responsabilidades que pudieran haber surgido como consecuencia de un mal funcionamiento del Estado y de sus servicios.

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