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GM y Fiat se dan un mes para negociar la ruptura de su alianza

Enric González

Fiat y General Motors van al divorcio. Los máximos ejecutivos de ambas compañías automovilísticas decidieron el martes, en una reunión secreta, concederse un mes para negociar los términos de la separación. La parte italiana blande el arma de la put option firmada en 2000, por la que la parte estadounidense se comprometió a adquirir Fiat Auto. General Motors, que atraviesa grandes dificultades en Europa, no está dispuesta a quedarse con una empresa que pierde cifras monstruosas y prefiere pagar una compensación de hasta 1.000 millones de euros para desvincularse del asunto.

DaimlerChrysler hizo aproximaciones a Fiat cinco años atrás. La venta a los alemanes parecía una buena salida para el grupo de Turín, que percibía ya la pérdida de mercado en Italia y en Europa y el inicio de unos años muy duros. La familia Agnelli, sin embargo, prefirió echarse en brazos del gigante General Motors, la mayor compañía del sector. Los ejecutivos de Turín y Detroit pactaron el ingreso de capital estadounidense en Fiat Auto, con un 20%, y una operación a plazo fijo: a partir de 2004, Fiat podría decidir la cesión del resto de la compañía a General Motors (put option) por un precio preestablecido.

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Graves pérdidas

El plazo para el ejercicio de la put option se alargó en 2004 hasta 2005. A partir del próximo 24 de enero, Fiat tendrá manos libres para ceder su división automovilística a General Motors. El gigante de Detroit, sin embargo, soporta una deuda global cercana a los 200.000 millones de dólares, debe reestructurar sus filiales europeas Opel y Saab, en graves pérdidas, y no tiene la menor intención de cargar además con la firma italiana, posiblemente la empresa automovilística con peor salud del planeta. Fiat perdió, en conjunto, 4.200 millones de euros en 2002 y 2.400 en 2003, y cerrará el actual ejercicio con grandes números rojos.

El martes se celebró, en un lugar secreto de Alemania, una reunión entre el presidente de General Motors, Richard Wagoner, y el consejero delegado de Fiat, Sergio Marchionne. Wagoner alegó que Fiat había incumplido los acuerdos de 2000 al vender varias filiales de la división auto y al realizar una ampliación de capital no prevista. En las semanas previas, había expresado en público su nulo interés por quedarse con Fiat Auto, y había lanzado diversas amenazas: si se veía obligado a comprar la empresa de Turín, la cerraría, o la reduciría al mínimo y se llevaría de Italia lo que encontrara de útil.

Marchionne se limitó a argumentar que los acuerdos seguían siendo válidos y anunció que estaba dispuesto a que fueran los tribunales de Nueva York (como se preveía en el pacto de 2000) quienes decidieran de qué parte estaba la razón. Si no se alcanzara una salida pactada en un mes, según un comunicado conjunto emitido ayer desde Turín, el asunto llegaría a un tribunal neoyorquino que, según los expertos jurídicos de ambas partes, fallaría muy probablemente a favor de Fiat.

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