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Crítica:LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El intríngulis de la autenticidad

Las promesas que participan en el concurso que se organiza en la plaza de Vistalegre ya están definidas. Este certamen pretende dar la oportunidad a los aspirantes a ser figuras del toreo. Son alumnos de escuelas taurinas que quieren abrirse un hueco. La verdad es que nada ni nadie se proyecta sin un trampolín. Los taurinos de otra época aseguraban que el toro pone a cada uno en su sitio. Se referían a un espectáculo auténtico y a un toro sin maquillaje. Bendito intríngulis el de la autenticidad, tan descafeinado en estos tiempos.

La certeza es que casi todo el escalafón se hincha a pegapases con toros desvencijados. Y si es el espejo en que se miran estos chicos, pues que miren para otro lado. Pero la tentación es mucha y la dificultad consiste en abstraerse de tanto ventajismo y tan rentable.

III Trofeo de la Oportunidad

Semifinal. Novillos de Carmen Segovia. J. M. Jiménez, de Madrid; Carlos Guzmán, de Madrid; Román Marcos, de Madrid; Santiago Naranjo, de Madrid; Rubén Blanco, de Salamanca; Manuel Sánchez, de Jérez. Los tres primeros pasan a la final.

Los novilleros que participaron en esta semifinal tienen muchas cosas a su favor. Están educados en el arte de Cúchares, tienen técnica y arrojo. Dibujan el toreo clásico y los buenos modos. Son valientes y jóvenes, pero con una alarmante tendencia al toreo moderno. Se colocaban bien en la primera tanda, ligando, mandando, y en la segunda ya estaban fuera, sin cargar la suerte, convirtiendo las faenas en monótonas. Sin transmisión. Los tres primeros se metieron en la final. Y sin embargo, no se vio por ningún lado las ganas de comerse el mundo, o ponérselo por montera, que es lo mismo.

Todo se pone en contra. La casta escasea; la invalidez se prodiga (hasta un novillo fue devuelto); las bregas son mecánicas, demoledoras; las asistencias se limitan a dar mantazos. Y, sin embargo, no hay que desanimarse, ni tampoco pasar por alto la esencia misma del toreo, por supuesto.

La clase la pusieron los chavales de 15 años en la final de becerristas del día anterior. El mexicano Joselito Adamez, de la escuela de Madrid, supo estar en el sitio, en la cara del eral, en una faena completa. Y Miguel Ángel Delgado, de Jerez, es un torero que promete por su pellizco y su gusto.

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