Un genio anda suelto
Otro recital perfecto de Miguel Poveda. Esta vez clásico, tradicional a ultranza, totalmente apegado a las formas añejas de hacer este arte. Pero sonando a Poveda, es decir, que el cantaor de pronto mete un acento personal, coge una forma y la distorsiona de tal manera que ya no es la misma. Aunque la estructura, el cante en su globalidad, sí lo sea.
Hizo un recital, sobre todo, intenso. Bajando y subiendo la voz, apurando los tonos, recreándose en los bajos con singular efectividad. Nadie canta hoy así por abajo, con esa delicadeza, con tan infinita dulzura.
Hay momentos en que a Miguel Poveda casi ni se le oye, pero el cante está ahí, y permanece, y sigue teniendo música. Parece, en ocasiones, que el cantaor se va a quedar sin palabras, pero enseguida vuelve el grito con potencia y esplendor, en un juego mágico e imperecedero.
Recital de cante de Miguel Poveda
Con José Ramón Caro a la guitarra y Carlos Grilo, Macano y Cantarote a las palmas. Colegio Mayor San Juan Evangelista, Madrid, 10 de diciembre.
Un ejemplo: la larga secuencia que comenzó con el pregón de El uvero, para seguir por tonás y terminar por siguiriyas. Un ejercicio de perfección difícil de igualar, por el empuje con que fue hecho y la dificultad de cambiar los estilos sin que se percibiera prácticamente una transición violenta. El cante de Miguel Poveda fue difícil, sí, pero hermoso, fue muy hermoso y tuvo una dignidad insuperable, definitiva.
Susurros
Otro momento culminante fue la secuencia, también larguísima, por bulerías. A veces a palo seco, a veces con un sordo acompañamiento de la guitarra, Miguel Poveda fue tejiendo un denso entramado de bulerías jerezanas, que hizo diferentes a lo usual, con frecuencia casi susurrándolas pero henchidas de flamencura de la mejor ley. Una verdadera creación, en fin, puesto que se sale de casi todo lo que llevamos oído en un género por otra parte lleno de sorpresas placenteras.
Podríamos seguir hablando de este cantaor que siempre que actúa nos reserva alguna sorpresa. Bastará decir que en cuanto hizo esta noche hubo un toque de genialidad incontestable.
Babelia
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