Rompehuesos

Seguros de que el triunfo de Rodríguez Zapatero se logró por una conjura extraña con rojos como Polanco -que no se merece ese título- y quizá con el demonio mediante el antipapa que llega -sólo quedan dos papas, según san Malaquías-, los populistas niegan legalidad a todo lo que hacen estos que consideran impostores. Tratan de romper la legislatura y forzar elecciones. (No estaría mal). En unos momentos, estos curiosos legionarios han vetado los presupuestos; bloquean la reforma de las elecciones judiciales: niegan el derecho a declarar en la comisión de la investigación a la representante de las víctimas del atentado de Atocha y Trillo anuncia que nadie tiene legalidad para pedir su dimisión (la tenemos todos: el ciudadano no tiene límites en sus peticiones. No le hacen caso).

El lenguaje del diputado Astarloa fue tenso y duro: natural, porque ya no les queda más que la palabra para destruir, y los diccionarios de insultos proporcionan a cualquiera material suficiente. Lo que no sé es si esta actitud filibustera agrada al país; sí a una derecha educada en las invectivas franquistas contra los rojos -recuerdo, de pronto, al camarada Luna, vicesecretario del Partido, que decía que "hay que rajarles la tripa a todos los rojos": lo habían hecho con muchos- o heredera de cargos y fortunas, y del temple y espíritu nacionalsindicalista, que están en ello. Es difícil imaginar que rompan la mayoría del 15 de marzo. (Malaquías: interesante profeta irlandés: hace casi mil años de su muerte -que él profetizó con fecha exacta-; hizo la lista de los lemas -aunque, claro, no de los nombres- de los papas que vendrían después. Juan XXIII es de labore solis, o del trabajo del sol, vaya usted a saber por qué. Le seguirá uno que ha de ser "la gloria del olivo", o el advenimiento de la paz; vendrá después "Petrus Romanus", que reinará entre persecuciones a la Iglesia -muchos las detectan ya; los obispos españoles lo proclaman- y durante su reino acabará el mundo).

(Filibusterismo: obstruccionismo al Parlamento -Academia-. En el Webster, obstruir deliberadamente la legislación con retrasos. Lo practicó en Estados Unidos el senador Huey Long leyendo recetas de cocina, cuando no había tiempo límite para los discursos. Huey Long: aspirante a la presidencia de Estados Unidos antes de la II Guerra Mundial. Era nazi).