Desafiando al mar
El catalán Àlex Pella, el mejor navegante solitario español, prepara en Dénia sus próximos retos oceánicos
Más de 300.000 personas se reunieron el pasado 7 de noviembre en el puerto atlántico de Les Sables d'Olonne, salida de la Vendée Globe 2004-2005, la vuelta al mundo para navegantes solitarios. Tamaña concentración de gente obedece a la pasión que despierta en los franceses la vela, y sobre todo las pruebas para solitarios, las exigentes regatas oceánicas: la Vendée, región francesa que patrocina la prueba; la Ruta del Ron, la Mini-Transat o la Ostar. Si la Copa del América es el no va más de las competiciones match-race (barco contra barco), la Vendée es el colmo de la navegación para solitarios, uno de los desafíos modernos más apasionantes, un mundo apenas conocido en España.
Àlex Pella, catalán de 32 años, firmó en 2003 una gesta que apenas tuvo repercusión en España: finalizó tercero la Mini-Transat, prueba que se celebra cada dos años. Lorenzo Sarmiento, especialista en vela deportiva, se pregunta en su libro A Bordo de las grandes regatas oceánicas del siglo XX: "¿Puede haber mayor proeza que bajar en otoño desde el norte de Francia hasta las islas Canarias, y atravesar el Atlántico después embarcados en barquitos de apenas seis metros y medio de eslora?".
Pella, que ha montado su base en Dénia, desde donde planificará sus próximos retos, se entrometió en la pugna que mantienen los años impares un puñado de navegantes franceses, principalmente. Ningún español había conseguido un resultado tan bueno en una especialidad dominada por los marinos galos y anglosajones, gente que viene contando desde los años ochenta, cuando arrancaron las regatas oceánicas, con el patrocinio de grandes empresas y multinacionales. Por eso Francia desarrolló la industria náutica más potente del mundo. Y por eso cuenta con la mejor escuela de marinos.
"La designación de Valencia como sede de la Copa del América", cuenta Pella, "ha multiplicado en este país el interés por la vela. El mejor sitio para trabajar ahora mismo es la Comunidad Valenciana". Desde Dénia, el deportista catalán pretende promocionar una especialidad apenas seguida en España por una minoría. "Es un deporte muy atractivo", explica; "la gente tiene una idea un tanto errónea y romántica sobre la navegación en solitario. Uno de mis objetivos es difundirla a través de curso y conferencias".
Quizá algún día, como hizo la intrépida navegante británica Ellen McArthur -Comiéndose el mundo- o el vasco José Luis de Ugarte, el primer español que participó en la Vendée, Pella cuente su experiencia. "Lo más duro de una regata de este tipo es conseguir ir; la preparación, el dinero...", considera el barcelonés; "en la Mini-Transat dormía una media de cuatro horas diarias en intervalos de 20 minutos. El secreto está en dormir cuando toca y la situación la tienes controlada.Yo tardé 30 días en cubrir las dos etapas. Sólo perdí un kilo, mientras el resto de participantes adelgazó entre ocho y 14. Como me gusta mucho comer, cuidé este aspecto. A la altura de Brasil, a falta de tres días, cogí un borrasca. El problema no son las borrascas, sino en qué estado te pillan a ti y al barco".
En la Mini-Transat se han curtido los mejores navegantes solitarios, entre ellos el ganador de la última edición de la Vendée, el francés Desjoyeaux. Pero también los hermanos Bruno y Loïck Peyron, Isabelle Autissier, Catherine Chabaud o Van den Heede. "Es una regata en la que se juega al límite cuando estos pequeños barcos deben enfrentarse a los duros temporales del norte", escribe Sarmiento. Pella proyecta participar también en la edición de 2005 como antesala de su gran reto: la Vendée Globe de 2008. "Hasta entonces", afirma, "tengo que navegar mucho".
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