Tan sólo un poco de Baptista
Un gol del brasileño aúpa al Sevilla al tercer puesto en una cita ajena a la élite
Se le han buscado un buen puñado de significados al encuentro del sábado en el Camp Nou. Se dirimía la cabeza que debería portar la corona moral -una mezcla de estilo y victorias- del fútbol español. Ayer, en Sevilla el Espanyol optaba a colocarse en el segundo lugar de la clasificación, detrás del aprendiz de monarca Barça y delante del Madrid. Pues, si hay que sacar alguna conclusión del encuentro entre dos equipos de la cabeza de la Liga, no puede ser otra que la pequeñez. El partido no fue del todo malo. Ni siquiera eso. Fue simplemente barato.
Si el Sevilla se ha aupado a la tercera plaza tras su victoria de ayer y el Espanyol se postulaba para la segunda, el que asegure que la española es la mejor Liga del mundo tendrá que tentarse la ropa.
SEVILLA 1 - ESPANYOL 0
Sevilla: Esteban; Sergio Ramos, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David Castedo; Martí, Renato; Sales (Alves, m. 87), Baptista (Jesús Navas, m. 85), Jesuli; y Aranda (Carlitos m. 62).
Espanyol: Kameni; Ibarra, Lopo, Pochettino, David García; Álex (De la Peña, m. 67), Ito; Corominas (Amavisca, m. 67), Fredson (Martín Posse, m. 57), Óscar Serrano; y Dani.
Gol: 1-0. M. 40. Baptista se lleva la pelota tras la salida en falso de Kameni.
Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Esteban, Martí, Sergio Ramos, Lopo, Pochettino, Ito, Álex y De la Peña.
Unos 40.000 espectadores.
El partido lo resolvió Baptista para el Sevilla. Cerca del descanso, un contragolpe que comenzó en David Castedo y que Aranda prolongó largo lo alcanzó a grandes zancadas el brasileño, que también se llevó el rechace de la mala salida de Kameni y tan sólo tuvo que empujarla. En la segunda mitad, ambos jugadores estuvieron envueltos en otro duelo vital: un penalti tontísimo de Pochettino con la parte alta del brazo y en una zona insulsa del área. El portero se lanzó con gran potencia y plástica elasticidad para quedarse con el balón que Baptista había intentado colocar en la base del poste izquierdo.
Pero, aparte de estas jugadas de sofocón, definitivas, el encuentro ofreció bastante poco. Miguel Ángel Lotina dejó a De la Peña en el banquillo de inicio y Joaquín Caparrós decidió que
entonces el que no tenía que tocarla era Fredson.
Alfaro se centró, con los pertinentes apoyos de Renato, en secar al enganche blanquiazul. Martí se incrustaba en un línea defensiva de cinco jugadores. Jugando en casa y aspirando a entrar en la Liga de Campeones, para cuyas plazas, por el momento, parece que no hace falta arriesgarse, explorar ni estirar los conceptos.
El Sevilla mejoró en lo que respecta al manejo de la pelota. El perfil de correcaminos de Martí superó el marcaje de Ito, oxigenó la defensa, y aún le quedaron fuerzas para escalonar el centro del campo. Tanto Martí como Renato jugaron un partido de mérito. Aun así, a los del Nervión se les nota la dependencia absoluta que tienen de Baptista. El brasileño está bajo -¿el síndrome del segundo año del que habla con su escaso tacto y apabullante sabiduría Johan Cruyff?-, pero, aun así, es el mejor.
Ayer, el Sevilla disfrutó de buenas oportunidades. Tanto al principio del encuentro, con un cabezazo de Javi Navarro al palo, como en la madurez del lance. Carlitos falló solo ante Kameni y Alfaro remató un pelín alto el saque de un córner. Pero si no está el grandullón...
El Espanyol decepcionó. Precisamente, tras la goleada al Betis de la segunda jornada de Liga (1-4), el mundo del fútbol se empezó a creer las inesperadas frases de principio de pretemporada de Lotina en las que aseguraba que la plantilla que tenía entre las manos daba para mucho. Ayer no fue así.
Álex ocupó un pivote defensivo único que dejaba a Ito uno de esos papeles oscuros tan importantes en un juego colectivo. La vigilancia mutua a la que se sometieron él y Martí fue beneficiosa para el Sevilla. El medio exhibió su carácter de atleta y se multiplicó en la misma medida en la que Ito se difuminó.
Fredson sucumbió a la vigilancia especial ordenada por Caparrós y las alas del ataque espanyolista simplemente no estuvieron. La entrada de Martín Posse dio algo más de ritmo a los barceloneses. Sin embargo, De la Peña sigue siendo muy bueno jugando y bastante deficiente como profesional. Más que pesado, fue plasta, con sus continuas quejas al árbitro. A menos de diez minutos del final, se llenó de sí mismo para atreverse a tirar un córner olímpico y despilfarrar así el trabajo de los que fueron al remate.
Hubo ocasiones, goles, marcajes férreos, pifias... Pero lo único bueno fue el poquito que se vio de Baptista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.