José María González Barea, 'currito', restaurador
En la madrugada de ayer, dos días antes de cumplir los 73 años, fallecía en Bilbao José María González Barea, Currito, un cocinero imprescindible en la historia de la gastronomía española del siglo XX. Pero, sobre todo para quienes le conocieron, Currito ha sido siempre una persona de una calidad humana insobornable, como lo era la categoría de su cocina, basada en las recetas tradicionales y en los productos de la tierra y de su mar Cantábrico.
Currito abrió su primer restaurante en 1950 en su pueblo natal, Santurce (Vizcaya), amparado por la fama de sus sardinas asadas que elevó a categoría de manjar. Poco a poco, gracias a su capacidad de trabajo y su bonhomía, se hizo con un renombre merecido y una clientela reconocida, que le llevaron a dar el salto a Madrid, donde abrió un segundo restaurante en la Casa de Campo, a principios de los años setenta. En la capital, mantuvo su personal reivindicación de la sardina asada, con éxito, como se celebraba anualmente en la temporada de verano
Desde Santurce a Madrid, desde Madrid a Santurce, Currito mantuvo la misma filosofía de vida y de trabajo que siempre le había caracterizado. Maestro de cocineros, cultivó una cocina tradicional a base de pochas con almejas, alubias, mariscos de vivero propio, lomos de buey emparrillados a la intemperie, bacalaos al pil-pil y chuletones a la parrilla. "Toda la vida he mantenido que mi éxito no radica en la venta, sino en la compra, en llegar el primero al mercado para elegir lo mejor", dijo en una ocasión quien no sólo tuvo tiempo para los restaurantes y su familia, sino para apoyar a sus compañeros desde su cargo de presidente de los Restaurantes de Buena Mesa, asociación que reúne a algunos de los mejores de España.
Y en cuanto a su familia, qué decir. Tuvo tres hijos: María José, Marta y Emilio, que han seguido los pasos del padre, de una u otra manera, desde los restaurantes familiares. En estas páginas, el periodista Feliciano Fidalgo, rememoró en una ocasión la saga de Currito: "Su abuela Anselma, que era angulera en el mercado de Bilbao; sus tías, sobre todo, su tía Cecilia, 'guisandera de veras que iba todos los sábados a guisar a la casa de alguna familia de dinero'; su esposa y amante, Juli... Y en aquellos pastos de los parajes vascos se nutren de agallas y de finura los que están hoy al pie del cañón: su hija mayor, Marta, y su marido, José Miguel, en el Currito madrileño... Y, todo un respeto de ensoñación y sabiduría para Emilio González Soto, el hijo de Curro que labora y sueña y engrandece el recetario del bacalao y de la cocina vasca en el legendario Currito de Santurce".-
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