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Reportaje:TEATRO

Razones de un hombre callado

Javier Vallejo

Después de 25 años en los que Carmen Sotillo, su esposa, no ha parado de quejarse de su comportamiento en la cama, de llamarle "adoquín", y de desgranar ideas retrógradas por los escenarios de toda España, Mario Díez Collado, protagonista de Cinco horas con Mario, decide dejar su ataúd para dirigirse al público con su propia voz. "Tengo el dudoso mérito de ser el hombre más largamente velado de la Historia de la Humanidad", comienza diciendo en Mario, por alusión, monólogo puesto en escena por Mikel Gómez de Segura e interpretado por Rafael Martín, que se representa en el Teatro Palacio Valdés, de Avilés, el 26 de noviembre. Reescrito por José Antonio Pérez, el personaje creado por Miguel Delibes ofrece su versión de algunos hechos narrados en la novela por Carmen Sotillo, pero chequea también la realidad política actual, y diagnostica males de fondo muy parecidos a los de la época que le tocó vivir: sólo han cambiado los síntomas.

Inspirándose inicialmente en el perfil de su amigo José Jiménez Lozano, e incorporando después muchos rasgos propios, Delibes quiso encarnar en Mario a un prototipo de intelectual católico que soñaba con una España muy diferente a la del régimen franquista, cuyo discurso, trufado de prejuicios y de lugares comunes, Carmen proclama a las mil maravillas. Para enmascarar sus propias opiniones y sortear la censura, en vez de a Mario, el autor cedió la palabra a su esposa: "Mira por dónde", declaró Delibes en una entrevista, "la censura puede llegar a forzar la imaginación y a permitir de esta forma que se descubran nuevas formas de expresión". En 1979, Carmen Sotillo se encarnó en la actriz Lola Herrera, en la versión teatral de Cinco horas con Mario, dirigida por Josefina Molina. Quizá sea la obra española más representada durante el último cuarto de siglo. Ahora está de nuevo en gira y la dirección del Teatro Palacio Valdés, de Avilés, la ha programado el 25 de noviembre, víspera del veinticinco aniversario de su estreno. Al día siguiente se escenifica Mario, por alusión, y el protagonista se levanta para dar la réplica a su viuda. Como el de Delibes, el Mario de José Antonio Pérez, autor bilbaíno de 24 años, anda en bicicleta, vierte opiniones disidentes en sus artículos para El Correo y crispa a su esposa al tomar decisiones éticas que, para ella, tan práctica, resultan absolutamente ininteligibles. Pero han transcurrido 38 años, y Mario sabe lo que ha sido de sus amigos del Círculo, cómo se han acomodado, y los enjuicia. También sabe del terrorismo de ETA y, por sus opiniones, parece que este Mario está algo a la izquierda del otro, o que es más decidido que él. Ha visto más y está más desencantado. Confiesa sin rubor que ha tenido algún desahogo extramatrimonial con Esther, amiga de su esposa: vale más un día de gloria que mil de rutina. En Mario, por alusión también juega un papel el hijo mayor de la pareja: ha salido al padre y tendrá un fin parecido al de sus hermanos, fusilados en la Guerra Civil. En lo referido a los años en que se desarrolla la novela, el monólogo sigue con bastante fidelidad a Delibes. Cuando aborda acontecimientos de la transición y de la democracia, Pérez sigue su instinto, y las pautas que le marcó Mikel Gómez de Segura, padre de la idea además de director del montaje.

Cuando los personajes lite-

rarios están vivos, suceden estas cosas. A Cervantes le escribieron de inmediato una segunda parte del Quijote, y varias versiones escénicas; al Don Juan atribuido a Tirso siguieron otros, en rosario, y a Carmille, la vampiresa de Joseph Sheridan Le Fanu, Bram Stoker le cambió el sexo y el nombre. Mario por alusión es una obra reflexiva, elaborada con detalle y bien asentada en la interpretación de Rafael Martín. El actor vascomadrileño hace una interpretación in crescendo: comienza suave y se va cargando de energía, de la misma manera que Carmen Sotillo se carga de razón antes de confesar a su marido que le ha sido infiel en Cinco horas con Mario.

Rafael Martín, en un momento de 'Mario, por alusión'.
Rafael Martín, en un momento de 'Mario, por alusión'.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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