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Crítica:ÓPERA | 'Silvano, Sylvano' y 'La Passion selon Sade'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bussotti, Bussotti

El teatro instrumental, o música teatral si se prefiere, a lo Bussotti causó estragos en su momento por lo que suponía de originalidad y apertura de fronteras estéticas. La Passion selon Sade, de 1965, es muy representativa en esta búsqueda de nuevos caminos. La propia sociedad demandaba esta agitación de las vanguardias y miraba con simpatía el toque en cierto modo neodadaísta que en ocasiones acompañaba las exploraciones en el terreno del teatro musical. Se debe situar en primer plano la importancia histórico-cultural de esta recuperación de Bussotti en Madrid. El artista multidimensional florentino ha estado en punta durante muchos años en el capítulo de relaciones entre música y teatro. Su presencia en Madrid cobra una dimensión importante en el capítulo de normalización de asignaturas pendientes.

Programa doble Bussotti

Director musical: Arturo Tamayo. Con Monica Benvenuti, Leonardo Melani, Aurio Tomicich, Luca Paoloni, Sylvano Bussotti y Nerea Meyer, entre otros. Dirección de escena: Bussotti y Rocco Quaglia. Ciclo Musicadhoy. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 4 de noviembre.

¿Cómo se perciben hoy espectáculos como éste? Desde luego con más curiosidad que sorpresa. Destaca la utilización musical del espacio con fuentes sonoras diversificadas y cambiantes, la integración de música y teatro no solamente en el concepto sino también desde los ejecutantes, y el carácter plenipotenciario del creador que da su sello a todo lo que toca, desde la grafía de las partituras, con valores plásticos además de musicales, hasta el diseño de la escena en los más mínimos detalles. El artista es el ombligo del mundo y ejerce en cierto modo de redentor con su obra.

El nivel interpretativo es excelente. En los instrumentistas, en los cantantes, en el propio autor que hace de sí mismo o de Marqués de Sade y se desdobla en conducir la ceremonia con la valiosísima ayuda de Arturo Tamayo, un director que conoce y domina como nadie los entresijos de este tipo de música o acción musical. Madrid, en cualquier caso, está más familiarizado con el teatro musical de Kagel que con el de Bussotti, gracias sobre todo a la dedicación a estos menesteres del Instituto Alemán de entonces, hoy Goethe (algunos de sus responsables de hoy estaban en la sala: un detalle no solamente testimonial). El conocimiento de los planteamientos de Bussotti, aunque a destiempo, actúa a modo de eslabón perdido y se presenta como imprescindible para comprender los avatares posteriores del teatro musical.

El mérito de Música de Hoy y el teatro de la Zarzuela al proponer este espectáculo es elevado. Hay que recordar de dónde se viene para situarse con un mínimo criterio en lo que se está haciendo hoy.

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