Crimen contra la naturaleza
La última osa parda autóctona de los Pirineos cae abatida en una cacería
Un grupo de cazadores mató el pasado lunes a Canelle (Canela), la última osa parda autóctona de los Pirineos. El desastre ecológico ocurrió en una zona escarpada del valle de Aspe, en la parte francesa de la cordillera, donde los cazadores tuvieron la ocurrencia de montar una batida de jabalíes, con perros, 48 horas después de haberse observado la presencia de la osa y de su cría. El animal se sintió acorralado, mordió a uno de los perros y se revolvió contra uno de los cazadores, que abrió fuego. La madre resultó muerta y el hijo huyó despavorido.
"Esto ha sido un crimen contra la naturaleza", claman las asociaciones de defensa del medio ambiente, impotentes frente al atentado contra una especie en vías de extinción. La asociación FIEP, que se ocupa del seguimiento de los osos de los Pirineos, había encontrado el sábado excrementos frescos de la osa y de su hijo. La advertencia fue transmitida por la Oficina Nacional de la Caza, lo cual no impidió que se organizara la batida, con el resultado de la muerte de la última osa parda fértil de la cordillera pirenaica.
Los naturalistas ya no ven modo de salvar la especie autóctona, de la que quedan dos machos
"Lo más probable es que los perros dieran con el rastro de la osa y lo siguieron hasta encontrarla", explica Jeróme Ouilhon, uno de los animadores de la asociación FIEP, por teléfono desde Pau. "Los cazadores no tuvieron en cuenta nuestra información", protesta Gérard Caussimont, director de dicha asociación. "Jamás debieron ir a cazar a ese lugar con perros. Sintiéndose acosada, la osa intentó huir, seguramente, pero no pudo hacerlo porque llevaba al hijo con ella". Un responsable de la federación de cazadores reconoce que la sociedad local había sido advertida, y acepta que esa batida no debió producirse.
El oso es una especie protegida, lo cual no ha evitado la muerte de tres hembras en los Pirineos: Claude, abatida en 1984 en la comarca bearnesa (la misma en que ha muerto Canelle); Melba, muerta en 2001 en el Alto Garona (Pirineos Centrales), y ahora, Canelle. La introducción de osos procedentes de Croacia y Eslovenia ha evitado la desaparición completa del animal, del que quedan 15 o 16 ejemplares en la cordillera, pero los naturalistas ya no ven modo de salvar la especie autóctona, de la que sólo sobreviven dos machos (uno en la parte francesa y otro vagando entre Aragón y los Pirineos Centrales franceses) y la cría de Canelle.
El ministro francés de Ecología, Serge Lepeltier, se unió ayer al duelo con un reconocimiento de la "catástrofe ecológica", pero evitó pronunciarse sobre el modo de evitar desastres como éste. Lepeltier dice que se va a localizar al osezno y se muestra consciente de que éste necesita "un espacio donde haya mucha tranquilidad" para poder sobrevivir y que se complete su alimentación "sin impregnación humana"; buenas palabras, en definitiva, a falta de medidas.
Lo sucedido es "un acto escandaloso", a juicio de la sección francesa del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Esta y otras asociaciones anuncian demandas judiciales contra "el asesino de Canelle y contra el presidente de la sociedad de caza, al que responsabilizan de los hechos. Los ecologistas reclaman la creación de zonas de refugio para la fauna protegida, libres de caza, así como la introducción de osas procedentes de otros países para evitar la desaparición completa de la especie. Por el contrario, la federación de cazadores considera absurdo encerrar al oso en un territorio y defiende la idea de la "cohabitación" con los cazadores y los pastores.
La ministra española de Medio Ambiente, Cristina Narbona, lamentó también la muerte de la osa y señaló que Francia cuenta con menos espacios protegidos en la cordillera que España, lo cual puede conllevar "disfunciones" a la hora de proteger esta especie. Los ecologistas españoles denuncian hace años que en la zona francesa del Pirineo no hay tanta protección con los osos como en la española.
La realidad es que la caza constituye todo un problema político en Francia, donde los practicantes de esta actividad constituyen un grupo de presión muy numeroso. Opuesto sistemáticamente a las iniciativas de los ecologistas, cuenta incluso con el partido político Caza y Pesca, que concurre regularmente a las elecciones.
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