_
_
_
_
_
LOS 'CRACKS' CAMBIAN EL PASO | BALONCESTO | La NBA, a escena
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vacío de poder

Han pasado poco más de cuatro meses desde que los Pistons de Detroit pusieron patas arriba el panorama y los pronósticos. Aquella revolución de junio contra los poderes establecidos y representados sobre todo por los Lakers, máximos exponente del star system hasta entonces reconocido y reconocible, ha dado paso a un paisaje ciertamente incierto. Con sus referentes individuales y colectivos atravesando problemas de diversa índole, la NBA navega en aguas indefinidas en cuanto a los núcleos dominantes y su errático paso por los Juegos Olímpicos de Atenas no hizo sino agudizar la sensación de vacío de poder deportivo y mediático que transmite cada año con mayor intensidad.

Con este panorama se inicia una temporada sembrada de dudas, en la que el campeón (Pistons) permanece bajo sospecha sobre su potencial real, el subcampeón (Lakers) se ha disuelto como un azucarillo, quedan pocos restos de habituales animadores como Sacramento o Dallas y grandes núcleos urbanos con una historia ilustre como Nueva York, Boston o Chicago siguen bajo cero. Pero, por muchas y variadas cuestiones que estén sobre la mesa, la mayoría poco esperanzadoras, nunca podrían evitar que, en el reino del marketing y la imagen, la Liga 2004-2005 naciese sin apellidos. La desintegración de su buque insignia, los Lakers, y los motivos que la provocaron han logrado que la carta de presentación actual tenga dos caras y un enfrentamiento vendible como pocos. Estamos ante el año de Shaq contra Kobe. Después de mucho tiempo compartiendo vestuario y dándose dentelladas, O'Neal y Bryant dirimirán en bandos opuestos la supremacía individual. Todo lo que hagan tendrá su punto de referencia ineludible en lo que realice su adversario. Ambos se han tomado muy en serio sus nuevas realidades. La Bestia, ahora en Miami, ha adelgazado y su larga y afilada lengua no ha conocido descanso desde que aterrizó en Florida. Bryant tiene más flancos abiertos. El libro de Phil Jackson no le deja en un buen lugar, ni mucho menos, y pensar que el gran refuerzo de los Lakers es el veteranísimo Divac no invita al optimismo. Pero el morbo está servido y de estas cuestiones también se alimenta una competición, sobre todo cuando los argumentos deportivos no son suficientemente atractivos.

En un plano más doméstico, nuestros dos mosqueteros se aprestan a vivir su curso más comprometido. En un mundo donde lo que cobras dista mucho de ser una anécdota, Pau Gasol se enfrenta a un juicio en el que se confrontará rendimiento con dólares. Pero, si bien el nuevo contrato recién firmado pesará mucho en la balanza, también la consideración colectiva y sobre todo las jerarquías dentro del equipo se deben ver influidas por su ascenso al estrellato contractual. Aunque con un entrenador como Hubbie Brown nunca se sabe, una inversión en miles de millones tiene su peso a la hora de repartir los minutos y sobre todo el escalafón de mando en plaza. Hasta ahora no había correspondencia entre lo que hacía Pau y lo que significaba en los Grizzlies. Quizás lo que faltaban eran unos cuantos ceros en el sueldo para que todos supiesen cuál es el faro que debe guiar a la gran revelación de la pasada temporada. En cuanto a Raúl López, sus problemas son de otra índole. Habiendo disputado, y con buena nota, los 82 partidos en su temporada del debut, parecían disueltos los interrogantes más importantes sobre su futuro, pero su ausencia en los partidos de preparación y algún rumor sobre su estado físico han vuelto a poner la mosca detrás de la oreja. No es sino una más de las muchas preguntas que se agolpan a poco de la noche de apertura y que sólo el juego terminará por aclarar.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_