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Columna
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Vitalicio

Arenas tiene más valor que el Guerra y más moral que el Alcoyano. Me gustaría conocer qué piensa y rumia en la soledad de los caminos de Andalucía cuando sabe que está muy lejos de arrebatar el poder a los socialistas y sin embargo salta al ruedo para torear un morlaco que se las sabe todas. Hay que agradecerle lo haga. Otro político con menos casta que él se hubiera aliviado. O a lo mejor se la juega aquí porque no tiene donde ir. Arenas comienza una lidia de tres años y si quiere cortar oreja y rabo necesita otra cuadrilla. En eso está. Anuncia cambios y el primer fichaje conocido, Isidoro Beneroso, poco aportará salvo algunas dosis de bilis.

Sabe Javier Arenas que en este fin de semana sentenciará su futuro político. Lo sabe él y quienes le rodean. Un nuevo fracaso en Andalucía, y serían ya cuatro creo recordar, no lo resistiría ni la gran Teófila.. De seguir la senda trazada por su oráculo particular, Mariano Rajoy, Arenas tendrá bastante avanzado si hace suyo el slogan de "sentido común, finura y generosidad" con la que el "gallego de oro", o sea Rajoy, pone vaselina a las permanentes crisis del PP en muchos lugares de España. O Arenas reparte con finura el poder o verá el partido hecho un cisco en Almería y Jaén; en menor medida, en Málaga y Huelva.

Sabe Arenas que tendrá que soltar mucho lastre, algo nada fácil y sabe Arenas que tiene demasiados heridos en la cunetas y sabe Arenas que gestionar y mantenerse en el error es, con el tiempo, el peor de sus enemigos y en ello parece empeñado porque de su boca nunca saldrá un mea culpa, al más puro estilo de Aznar, su pope de cabecera. De momento Arenas sigue sus pasos y ya que no puede ser presidente fundador del PP de Andalucía (pata negra Hernández Mancha y Gabino Puche) pues se monta una presidencia de honor. Yo lo haría mejor y me propondría como presidente vitalicio. Ahí es ná.

Mientras, los socialistas miran a otro lado, al debate de presupuestos. Griñán ha diseñado unas cuentas que, de cumplirse, Andalucía entrará de lleno en la segunda modernización. A Pepe Griñán no le vendría mal una relectura de la Ley por la que CajaSur volvería a su cauce natural. Hay trampa.

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