El Brujo lleva a escena la frustración del mediocre en 'El contrabajo'
El actor representa en Madrid la obra de Süskind
Rafael Álvarez, El Brujo, estrena hoy, en el teatro Infanta Isabel, de Madrid, El contrabajo, obra de Patrick Süskind en la que recrea la lúcida frustración de un músico enamorado de su profesión que se sabe mediocre. El actor, que señala que el montaje es muy distinto a lo que acostumbra a ofrecer en escena, se mostró ayer de nuevo crítico con los responsables de políticas teatrales, a los que acusa de dar la espalda al teatro.
El Brujo ya estrenó El contrabajo hace seis años en Barcelona. Ahora ha introducido cambios: "El que ha cambiado soy yo, que tengo seis años más, he entrado en la cincuentena y eso da otra visión sobre el personaje, ahora lo observo con mayor compasión y tolerancia, al tiempo que lo veo más patético", dice el actor, que ofrecerá seis únicas funciones en el teatro Infanta Isabel, donde ha representado hasta la semana pasada Francisco, juglar de Dios, de Dario Fo, y la próxima ofrecerá su popular Lazarillo de Tormes, en adaptación de Fernando Fernán-Gómez.
En El contrabajo asistimos a la reflexión de un músico que sabe que nunca va a brillar profesionalmente aunque le apasiona lo que hace: "Cuando uno se enfrenta a su propia limitación como artista, se pone a prueba la propia capacidad como ser humano". El autor, mundialmente conocido tras su novela El perfume, escribió esta obra como monólogo teatral, incluidas las acotaciones: "En ella habla de la vida de un hombre aislado con su instrumento".
Escénicamente, el montaje es más moderno que otros del actor: "Es otra técnica, con una interpretación más realista que naturalista, no es lo que hago habitualmente, que es contar historias con técnica juglaresca", dice.
Como si de un cómico tradicional se tratara, Álvarez se mostró ayer de nuevo crítico con los responsables de políticas teatrales, a pesar de estar encantado con los cambios que aborda el Gobierno y la nueva ministra de Cultura, Carmen Calvo, pero añadió sobre ella: "Eso sí, podría plantear cosas sobre el mundo de la escena y hablar del teatro, porque parece que no existe, y encima el director del Centro Dramático Nacional va y dice que hay que separar el teatro público del privado, como si el teatro que hacemos fuera bazofia, cuando lo que hay que distinguir únicamente es entre teatro bueno y malo", señaló El Brujo, quien denunció que en teatros de Andalucía o Castilla-La Mancha a veces no pueden entrar compañías que no sean de la región: "Con lo que el nivel baja, el público huye y los teatros terminan convertidos en cines y, finalmente, en bingos".
El actor prepara para la conmemoración cervantina de 2005 El ingenioso caballero de la palabra, un espectáculo sobre el Quijote. De nuevo será un trabajo unipersonal, como todos los que mantiene El Brujo, quien afirma que él, en realidad, tiene una compañía de repertorio de un solo actor: "El trabajo del solista es un género, una tradición que se remonta hasta la Edad Media y en la que lo más emergente hoy es Dario Fo", y concluye: "Al igual que Núria Espert un día se dio cuenta de que era una trágica, yo soy un solista".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.