Ildo Lobo, cantante caboverdiano
Las islas africanas de Cabo Verde, que Cesária Évora colocó en el mapa del mundo musical, han perdido a uno de los mayores representantes de su cultura. El cantante Ildo Lobo, de 51 años, murió el pasado martes en la ciudad de Praia, la capital del archipiélago, debido a un ataque cardiaco. Su voz dulce y melodiosa marcó, al lado de la mítica Cesária y de Tito Paris, la historia de la música caboverdiana de los últimos 30 años.
Ildo Lobo fue, entre 1973 y mediados de la década de los noventa, el vocalista de Os Tubarões, un grupo mítico y el que mejor simboliza la explosión musical que se siguió a la independencia de las islas, en julio de 1975. Sus temas tenían una fuerte impronta política de cariz marxista que les valió, tras la independencia, el calificativo de banda del régimen, pero también de pioneros de la música de intervención caboverdiana, cuando las islas eran aún una colonia portuguesa. En la década de los setenta, Os Tubarões grabaron en Holanda sus dos primeros discos y fueron ellos, antes incluso que Cesária Évora, los primeros en enseñar al mundo la riqueza de la música de Cabo Verde, un archipiélago de diez islas situado frente a Senegal.
En la década de los noventa, Os Tubarões se disolvieron. Ildo Lobo siguió, entonces, una carrera en solitario y se acercó a las raíces musicales del archipiélago, sin nunca abandonar el discurso político. En 1996 grabó su primer disco, Nos morna, un sentido homenaje a su padre, António Lobo, animador de serenatas y uno de los intérpretes de las famosas mornas, un lamento pausado, nostálgico y melancólico. En 2001 grabó Intelectual con la banda que acompaña a Cesária Évora. Dejó acabado su tercer disco.
Tanto cuando cantaba con Os Tubarões como cuando era siguió solo, Ildo Lobo fue el responsable de popularizar temas de innumerables compositores caboverdianos de distintas generaciones. Muchos de los temas que grabó -y creó, aunque no se presentaba como autor- acabaron por transformarse en clásicos de la música de Cabo Verde. Además de las mornas y de las canciones de intervención, fue también un gran intérprete de otro de los estilos típicamente caboverdianos, la coladera, una especie de morna influenciada por los ritmos del África negra y de Brasil.
Cabo Verde, un país desertizado y de naturaleza hostil, es un archipiélago de emigrantes. Se calcula que viven tantos caboverdianos en el extranjero como los cerca de 700.000 que están en las islas. Ildo Lobo, al contrario que otros símbolos de la cultura de su país, y pese a grabar sus discos en Holanda y Francia, decidió no cambiar nunca la isla de Santiago, donde vivía, por una gran metrópoli europea o estadounidense.
Sus giras internacionales -principalmente hace algunos años, cuando una vida de excesos aún no había perjudicado gravemente su salud- le permitían tocar en bellas salas de París y Nueva York. Probablemente, nunca quiso abandonar Cabo Verde porque no quería privarse del gusto especial de tocar y cantar en las genuinas tabernas de este país, como solía hacer.-
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