Ovación a Rijkaard, pitos a Ronaldinho
Una atronadora ovación se escuchó ayer en San Siro cuando se citó el nombre de Frank Rijkaard, técnico del Barça, por la megafonía del estadio. Los aplausos fueron precedidos después por gritos de Frankie, Frankie, coreados por los miembros de las brigadas rossoneras. El detalle no se quedó ahí porque en el descanso una enorme pancarta fue desplegada en la Fossa di Leone, en una de las curvas del estadio, escrita en holandés, en la que se leía: "Gracias, Frankie, siempre tendrás un hueco en nuestro corazón". El entrenador azulgrana tuvo un recibimiento en Milán solo reservado a los elegidos pero lo que sucedió después en el césped fue otra historia. Rijkaard quería que su equipo, por encima de todo, causara una grata impresión pero despertó demasiado tarde. El partido reunió varios dígitos negativos: fue la primera derrota del Barça de la temporada; por primera vez se quedó sin golear y tampoco supo además remontar un gol en contra. Shevchenko, siempre inmenso, aprovechó un error garrafal de la defensa y ante un vacilante Víctor Valdés, no perdonó. El delantero ucranio fue el rey del partido y eclipsó a los brasileños Kaká y Ronaldinho, abucheado por el público en un claro indicio de que le considera el buque insignia del Barça.
Reconfortado por su liderazgo en la Liga, el Barça llegó confiado a Milán pero, pese a sus intentos finales, con el balón que envió al palo Iniesta en el minuto 89 (antes había enviado otra pelota al palo Larsson), el esfuerzo no le alcanzó para cambiar la historia ni una escalofriante estadística: los azulgrana no vencen en San Siro desde 1959. El calcio se le atraganta al Barça: en esas cuatro décadas solo ha ganado una vez (fue ante el Fiorentina) en Italia.
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