Juerga en la sala de subastas
Los ordenadores y el ambiente entre el público marcan las pujas del Fórum
"Llevo 28 años haciendo subastas y nunca me lo había pasado tan bien". El ambiente en el auditorio del edificio Fórum, donde ayer se subastaron casi 500 ordenadores y 300 teléfonos, era a última hora de notable juerga. Barcelona nunca había vivido una subasta tan popular como la de estos días, en la que se liquidan hasta 30.000 objetos que formaron parte del evento. Sólo por el auditorio pasaron más de 2.000 personas.
Había risas cuando una puja se paraba en seco o subía por las nubes, y aplausos para el comprador. Y así decenas de veces. Es lo que tienen las subastas, que se pueden conseguir gangas o rozar el precio de mercado. Sin perder ni pizca de rigor, el subastador se sentía un showman. "Menos mal que esto no saldrá por la tele, porque tengo complejo de Xavier Sardà". Nadie subió a la mesa ni se abalanzó sobre el público, pero en algunos momentos la reacción de éste recordó el programa Crónicas marcianas.
"Ya que hemos venido de lejos y no compramos, por lo menos nos lo pasamos bien"
En general, al público le pareció caro comprar ordenadores de segunda mano por entre 400 y 600 euros -en función de si la pantalla era plana o no- más el 31% de IVA y comisión, de ahí parte de los comentarios. "Nosotros no obligamos a comprar a nadie", zanjaba Àlex Munné, gerente de Ferbossa, la compañía que se encarga de la venta.
"Ya que hemos venido de lejos y no compramos, por lo menos nos lo pasamos bien". Marc Giné pasó casi todo el día de sala en sala. Llegó con dos amigos veinteañeros, todos interesados por los ordenadores, como la mayoría del público de ayer, pero pronto decidieron no pujar. Giné aseguraba que por esos precios se pueden encontrar nuevos y con más prestaciones. "Estoy por ir a casa, traer mi viejo ordenador, subastarlo y comprar uno nuevo con lo que saque", bromeaba alguien a su lado.
Al ver los precios, a primera hora decenas de personas abandonaron la sala. Criticaron incluso que el precio de salida subiera pronto de 200 a 300 euros, una práctica que pretende recortar los tiempos de venta, según la organización. Pero los que compraron lo hicieron satisfechos. "Veníamos informados y con un tope, y lo hemos cumplido", decía Daniel Vilà, que pagó 440 euros por un ordenador.
Las salas donde se despachaba mobiliario de oficina y material técnico de telecomunicaciones estuvieron mucho más tranquilas que el auditorio. Pero la apoteosis de la subasta llega hoy: festivo para los ciudadanos y con más ordenadores, grandes televisores -ayer los de plasma alcanzaron los 3.000 euros- y los coches a la venta.
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